Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús


 
 

CURIA GENERAL

ECONOMÍA Y REINO DE DIOS

Documento de trabajo

Conferencia General

Recife, Brasil, 16-26 mayo 2000

Introducción

Primera parte: La Economía

Segunda parte: Economía y Reino de Dios

Tercera parte: Qué hacer

Cuarta parte: Sugerencias

INTRODUCCIÓN

Han llegado muchas respuestas al cuestionario de preparación a la Conferencia General del 2000, lo cual os agradecemos mucho.

La comisión preparatoria se ha reunido en Roma, en la Curia General, los días 20-24 diciembre 1999 para preparar el documento de trabajo.

Tras tomar conciencia de las respuestas y con objeto de hacer un documento simple, no tanto técnico sobre el tema "Economía y Reino de Dios ", hemos dividido el tratamiento en cuatro partes.

En la primera hay una aproximación muy sencilla sobre la economía hoy y el capitalismo neoliberal. No hemos tenido en cuenta los aspectos más técnicos de la cuestión, porque ya se había hecho antes.

En la segunda parte, se ha desarrollado más ampliamente el argumento del Reino de Dios. Varios hermanos han observado que el primer documento había hablado poco sobre este argumento. Se subrayaba sólo el tema de la economía. Por eso ahora proponemos un texto que responda a la pregunta a qué Reino de Dios nos referimos, en esta Conferencia, con la añadidura de un reclamo específico a la espiritualidad dehoniana, en base a los escritos del P. Dehon, a las Constituciones y a la Conferencia de Brusque (1988).

A la luz del Reino de Dios, de sus principios, queremos observar la realidad de la economía actual y extraer conclusiones prácticas; y esto es lo hará la misma Conferencia.

En la tercera parte, a partir de las respuestas, damos un inventario de lo que ya se hace en las provincias, regiones, distritos y comunidades, con la vista puesta en el cambio del sistema económico neoliberal, y principalmente en la defensa de los derechos humanos y de la promoción de la dignidad de la persona humana. A pesar de todo, la lista de las iniciativas no está completa. En la Congregación se hace mucho más de lo que aquí se dice. Tenemos, sin embargo, una muestra, una descripción de lo que sucede en la Congregación en este área de actividades.

Al final, en la cuarta parte, presentamos las sugerencias hechas por las provincias, regiones, distritos a la vista de decisiones operativas a tomar en la próxima Conferencia General. Durante el desarrollo de la Conferencia, se podrán proponer otras sugerencias y otras iniciativas.

Para ser claros, hemos dividido estas sugerencias en cuatro bloques temáticos: sugerencias sobre la formación y la información, tanto en nuestros miembros como en el pueblo; la participación en los movimientos que luchan por la defensa de los derechos humanos y el cambio de las estructuras internacionales; sugerencias sobre la inversión de nuestros fondos y la vida de pobreza. En un cuarto bloque, sugerencias hechas a la misma asamblea de la Conferencia General.

Muchas respuestas al cuestionario han observado que el tema de esta conferencia es nuevo y complicado, y por tanto difícil para quien no está acostumbrado a reflexionar sobre él. Dicen, sin embargo, que es un tema muy importante y estimulante. Al inicio del tercer milenio no podemos, religiosos dehonianos, quedarnos apáticos e indiferentes ante el gran problema de la miseria, del hambre, de la marginación de tantas hermanas y hermanos nuestros. Tal situación es generada por unas estructuras injustas que dominan la economía mundial. No podemos resolver todos los problemas, pero no tenemos derecho a dejar de hacer lo que podamos.

Os deseamos una buena preparación de esta Conferencia General, posiblemente interpelando nuevamente a las comunidades y a la provincia como un todo, tanto para ensanchar la reflexión como para que los representantes lleven a la Conferencia el pensamiento común.
 
 

La comisión preparatoria

P. Peter Sanders, scj

P. Angelo Cavagna, scj

P. Osnildo Carlos Klann, scj



 
 
 
 
 

Roma, 24 diciembre 1999


Primera parte

La Economía

Juan Pablo II en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 2000, escribía lo siguiente: "En esta perspectiva es un deber interrogarse también sobre el creciente malestar que muchos estudiosos y expertos en economía advierten, al día de hoy, ante los problemas que surgen y que afectan a la pobreza, la paz, la ecología, el futuro de los jóvenes, cuando reflexionan sobre el papel del mercado, sobre la dominante dimensión monetario-financiera, sobre la discrepancia entre lo económico y lo social, y sobre otros temas similares de la actividad económica.

Quizás ha llegado el momento de una nueva y profunda reflexión sobre la economía y sus fines. Con tal propósito parece urgente que se reconsidere el concepto mismo de bienestar, para que no sea dominado por una limitada perspectiva utilitarista, dejando un espacio del todo marginal y residual a valores como la solidaridad y el altruismo " (n. 15).

Realmente la cuestión de la economía es de extrema importancia porque afecta a distintos aspectos de la vida y por eso interesa a cada uno de los que habitan este planeta. No es posible evitarlo. Es como un tejido. Si uno tira de una parte, el efecto se nota en todo el tejido. Además, el problema es bastante complejo y las respuestas al cuestionario han indicado que muchos hermanos se han sentido poco preparados para discutirlo con conocimiento de causa. Para poder estar interesados, es necesario comprenderlo, de otra manera las intervenciones que se hagan y las orientaciones que se dieran podrían provocar más daño que beneficio.

La economía está estrechamente ligada a la realidad política y normalmente los dos aspectos van juntos. Por este motivo es evidente que no se puede separar la economía de los otros aspectos de la vida. Por esto uno que quiera cambiar la economía debe necesariamente estar implicado también políticamente. En el empeño por la formación de la opinión pública, los medios de comunicación, la palabra pronunciada, la palabra escrita de los que disponemos, son medios a través de los cuales podemos influir en la economía y orientarla hacia el bien de todos.

El sistema económico, que hoy impera en el mundo, especialmente tras la quiebra del bloque comunista, es generalmente llamado capitalismo neoliberal. Se puede definir así: es un sistema que, con la globalización del mercado y de la producción, privilegia el libre cambio de bienes y servicios, para poder obtener el máximo de beneficio. Se basa en reglas que son intrínsecamente perversas porque no están al servicio de las personas. Inevitablemente este sistema favorece a las grandes empresas internacionales que dominan la economía, y están situadas generalmente en el hemisferio Norte.

Este sistema económico se llama neoliberal porque trasciende al control de estado, nación o naciones en particular. A veces se llama también "economía de libre mercado". No hay instituciones que actualmente puedan controlar el libre movimiento de capitales, de bienes y de servicios, por ello el sistema se puede desarrollar enormemente, no existiendo normas o leyes que orienten o limiten su crecimiento o su desarrollo.

"Hoy se habla de la llamada ‘mundialización de la economía’, fenómeno éste que no se desaprueba, porque puede crear extraordinarias ocasiones de mayor bienestar. Sin embargo, siempre se oye hablar de la necesidad que a esta creciente internacionalización de la economía le correspondan válidos órganos internacionales de control y guía, que dirijan la misma economía hacia el bien común, cosa que ya un solo estado, quizás ni el más poderoso de la tierra está en grado de hacer …Indudablemente en este campo queda mucho por hacer " (Centesimus Annus, n. 58).

Este sistema ha crecido mucho en el mundo, pero tenía ya sus raíces en el desarrollo de la producción y del mercado en la Edad Media. Sin embargo, desde entonces han intervenido muchos cambios. Sería demasiado largo dar una descripción de esta historia; nos basta indicar cómo está estrechamente ligado con la historia de la civilización occidental. Se notan bien sus vínculos con la filosofía del individualismo y del materialismo. Sin embargo no se puede pensar actualmente en eliminar el sistema; sería una utopía. El problema está en cómo transformar el sistema de modo que pueda ser un servicio a la humanidad y no le perjudique. El principio del beneficio, sobre el cual se basa el capitalismo neoliberal, es reconocido como un principio válido. "La Iglesia reconoce la justa función del beneficio, como indicador del buen funcionamiento de la empresa " (Centesimus Annus, n. 35). Sin embargo, muchos otros principios, sobre los que éste se basa, necesitan ser examinados críticamente.

Este sistema económico, que tenemos hoy, es muy imprevisible porque puede verse afectado por pequeños sucesos aparentemente insignificantes. Se piensa por ejemplo en la crisis del petróleo de los años setenta, en la dificultad financiera de México o en la crisis asiática del año pasado. Todos estos aspectos muestran la sensibilidad del sistema y sus interconexiones. Pueblos enteros están expuestos a un riesgo contra el cual no hay ninguna protección. Eso puede llevar a una sensación de inseguridad, puesto que elementos imprevisibles pueden ocasionar efectos negativos para un gran número de personas.

Este sistema económico además es bastante ambivalente en el sentido que tiene elementos negativos y positivos. Ha producido un alto nivel de comfort para una considerable parte de la humanidad, la competencia ha hecho posible el disfrute de muchos bienes a un precio asequible y ha generado libertad para muchos. Sin embargo ha traído un gran sufrimiento a un número mayor de personas. Las consecuencias ecológicas son graves en muchas zonas; la habitabilidad del planeta por parte de las futuras generaciones se ha puesto en peligro; la fácil ganancia con la producción de armamento es de interés para muchos y a la vez una amenaza a la paz de todo el mundo; la exportación del trabajo desde los países desarrollados hacia los menos desarrollados por la facilidad de la mano de obra ha traído una moderna esclavitud, todo por el hambre de dinero. Las prácticas injustas del comercio de los países ricos hacia los países pobres continúa creando una amplia fractura, haciendo que los ricos se hagan cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. La deuda internacional de los países pobres pende como espada de Damocles sobre sus cabezas, mientras la corrupción de los gobiernos oficiales no ha permitido que pudiesen llegar las ayudas que estaban destinadas para ellos.

Es evidente además que el sistema económico, que nosotros conocemos, crea enormes desigualdades en la distribución de la riqueza entre la población del planeta. Un cierto número de personas puede gozar de una cantidad increíble de recursos, mientras otros no tienen ni siquiera los recursos necesarios para una vida humana. Esto no puede, ni debe seguir. Si no se hace algo en este sentido, los expertos preven que el resultado será un gran daño e incluso una quiebra total de la sociedad. Se deben hacer cambios estructurales que protejan sobre todo a los más vulnerables. Nosotros, como religiosos, no podemos quedarnos al margen, cubriéndonos con la excusa de que se trata de cosas demasiado amplias y demasiado complicadas de afrontar.

La economía es el mayor problema para la humanidad hoy. "Al inicio de un nuevo siglo, la pobreza de millardos de hombres y mujeres es la cuestión que más que otra cosa interpela nuestra conciencia humana y cristiana. Se vuelve aún más dramática al tomar conciencia de que los mayores problemas económicos de nuestro tiempo no dependen de la falta de recursos, sino del hecho de que a las actuales estructuras económicas, sociales y culturales les cuesta hacerse cargo de las exigencias de un auténtico desarrollo " (Mensaje para el  Año Nuevo 2000, n. 14).

Lo que se pide antes de nada es una ética de la actividad económica: "Una economía que no considera la dimensión ética y no se ocupa de servir al bien de la persona - de cada persona y de toda ella - no puede llamarse a sí misma "economía", entendida en el sentido de una gestión racional y beneficiosa de la riqueza material " (Mensaje para el Año Nuevo, n. 16). La tutela de la persona y el centrarse en la persona son fuertemente subrayados por el Evangelio y por las enseñanzas del Papa Juan Pablo II. Éstos y otros valores presentes en el Evangelio deben estar integrados en el sistema económico de modo que la economía esté al servicio de la persona.

El problema no es sólo cuestión de hacer algo por los pobres y los desfavorecidos, sino está sobre todo en comprometer a las víctimas del capitalismo neoliberal en el proceso de eliminación de sus defectos devastadores y en la transformación del sistema. Valorar los recursos de los países pobres de modo que ellos puedan sostener y controlar su propio destino, ser constructores de su propia vida y de su propia historia.

El hecho de que nosotros podamos prestar atención a una cosa a la vez, que seamos confrontados ante la realidad material por los medios de comunicación, hace que las dimensiones más profundas de la persona humana, la espiritualidad, la reflexión sobre el sentido de la vida son comprometidos en gran medida. Pero también a este nivel se puede dar nuestra contribución. Se debe sobre todo comprender el problema y cuanto afecta más de cerca; así después será más fácil comprometerse en la obra del cambio de la sociedad y de la economía.

Nosotros, en la Iglesia, tenemos una larga tradición de implicarnos en los problemas más actuales de la sociedad. Quizás sea la única organización del mundo que pueda presentar tan rica y vasta tradición en ese sentido. La Congregación, desde sus inicios, con el ejemplo del P. Dehon, ha seguido el desarrollo de la doctrina y de la acción social de la Iglesia. Todo esto nos llama de nuevo a un compromiso. Es nuestra misión seguir estudiando y reflexionando sobre estos problemas, de modo que podamos contribuir de forma válida.

Los diversos principios que se han elaborado y utilizado en el pasado y que forman parte del patrimonio de la doctrina social de la Iglesia, no deberían olvidarse en este proceso, especialmente los principios de la ayuda, de la solidaridad, del bien común, de la dignidad de la persona y el principio del universal destino de los bienes (Centesimus Annus, n. 15).

Esto podría hacerse en unión con el pueblo de Dios y con todos los hombres de buena voluntad. Ya hay organizaciones que trabajan en el mundo con objeto de humanizar la economía. "Una globalización de la economía y de la tecnología se ha intensificado en todo el mundo, con un crecimiento fuera de control de una política global y con una falta de una ética global. Sin embargo lentamente se está desarrollando un sistema internacional de control, aunque se están introduciendo sólo algunas excepciones a los principios de la economía de mercado " (Hans Küng, A Global Ethic for GlobalPolitics and Economics, p. 208).

Hay una Comisión Mundial de la Cultura y del Desarrollo, el Consejo Inter-Acción, formado por ex-presidentes y ex-primeros ministros que han elaborado un documento "Sobre la Búsqueda de Normas Éticas Globales ". Además, las ONG (Organizaciones No Gubernamentales) están trabajando sobre las estructuras y sobre los organismos que están implicados más ampliamente en la economía.

Hay además movimientos locales, nacionales e internacionales que están comprometidos con la eliminación de los efectos nocivos de la economía neoliberal y piden apoyo y asistencia. Otro ejemplos de ello son Amnistía Internacional, Greenpeace, grupos de presión para eliminar el trabajo infantil, mercados de trabajo, etc.

"El sistema actual no se conforma con la teoría económica que se presupone hay que seguir. No hay personas y naciones capaces de influir en su propio comportamiento, dice la sabiduría tradicional. Las personas y las naciones pueden sin embargo recuperar una capacidad de control de su propio destino sólo si hay voluntad de afrontar la complejidad; y sólo dominando el timón que conduzca el sistema global hacia las consecuencias humanas que ello producirá " (W. Greider, One World: Ready or Not: The Manic Logic of Global Capitalism, p. 16)

También a nosotros nos espera el deber de trabajar con el resto del pueblo de Dios, de modo que toda la gente del mundo pueda vivir una vida plenamente humana. DIOS está; y por tanto, ¡hay esperanza!


Segunda parte

Economía y Reino de Dios

1. El mensaje social de Jesús según el Reino de Dios

Premisa

Es necesario poner delante de cualquier otra consideración la constatación de que en la historia de la Iglesia la comprensión de la expresión bíblica "Reino de Dios" o "Reino de los Cielos" no ha sido en sentido único, sino diversificado y, por tanto, pluralista. Podemos decir que hay al menos tres visiones fundamentales.

En la primera, al "Reino de Dios" corresponde la vida en los Cielos, extraña a la vida del mundo aquí sobre la tierra.

En la segunda, el "Reino de Dios" existe también aquí sobre la tierra, pero limitado a la Iglesia, que por tanto se contrapone al mundo y va a la conquista del mundo.

En la tercera, la Iglesia es signo visible y sacramento, o sea instrumento eficaz del reino de Dios que está presente y actúa en toda realidad creada, en particular en la humana, para transformarla según los designios de Dios. La Iglesia por tanto es proyectada no para la conquista y el dominio, sino para el servicio, la conversión y la salvación del mundo.

Esta última es la visión actual del reino de Dios, que sobre todo surge desde el concilio Vaticano II.

Esto supuesto, nos concentramos en la concepción bíblica del reino de Dios, en confrontación con la realidad económica del mundo de hoy. Y veremos inmediatamente que ciertas realidades económicas actuales constituyen verdaderos obstáculos para la realización del reino.

Jesús no se presenta como un revolucionario social, ni como reformador de las estructuras de la sociedad; no se adhería al partido de los zelotes, que propugnaban la resistencia revolucionaria y la restauración de la teocracia. A pesar de ello, Él tenía entre sus discípulos un tal Simón, llamado "el zelote " (Lc 6,15).

Jesús no vive tampoco fuera de la realidad de la política, del dinero, del poder, de la pobreza o del trabajo. No huye de la realidad mundana como los esenios, de los que no existe el menor vestigio en el Nuevo Testamento.

El mensaje de Jesús lleva a este mundo concreto, y lo expresa a través de la categoría del Reino de Dios o de los Cielos (Mateo), que viene usada 123 veces en el Nuevo Testamento, a menudo en boca de Jesús. Es una expresión fundamental para comprender el Evangelio.

¿El Reino de Dios pertenece a la historia o a la escatología? ¿Es realidad inmanente o trascendente?

El hecho de que Mateo prefiera la expresión "Reino de los Cielos" no indica necesariamente su trascendencia, sino más bien una costumbre rabínica de no pronunciar el nombre de Dios.

Sin duda, sin embargo, el reino es una realidad que va más allá de la historia; equivale a "vida eterna". En el juicio final "el Rey dirá a los de su derecha: venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del reino preparado para vosotros desde el principio del mundo " (Mt 25,34).

Igualmente, la comparación del Reino de los Cielos con la red (Mt 13,49-50) o la explicación de la parábola del trigo y la maleza (Mt 13,40-43) o las bodas del hijo del rey (Mt 22,1-14) remiten a un reino ultramundano.

Sin embargo el Reino de Dios no es sólo escatología. Eso está ya presente en la historia desde el inicio: "Si yo expulso los demonios mediante el Espíritu, ha llegado a vosotros el reino de Dios" (Mt 12,28). Deben verse del mismo modo los pasajes siguientes: Lc 17,20-21; 18,29; Mc 10,29; Mt 13,24-31; 13,3-9.

Si el Reino de Dios indicase solamente una realidad trascendente, la religión cristiana podría ser considerada como el "opio del pueblo", como decía Karl Marx. Pero si es una realidad tanto histórica como escatológica, entonces debemos encontrar en él también los elementos útiles para construir nuestra vida social, política y económica intramundana.

Mensaje social del reino de Dios, contenido en las palabras y el testimonio personal de Jesús

Con Jesús ha llegado el año de gracia del Señor, como eran los años sabáticos y los años del jubileo del Antiguo Testamento (Lc 4,14-21; cf. Is 61,1-2; Es 23,19-11; Deut 15,1-11; Lev 25,1-55). Las "Bienaventuranzas" del sermón de la montaña (Mt 5,1-11) son otro ejemplo de cómo el reino de Dios tiene una dimensión terrena a la vez que escatológica. Así se debe decir de muchos otros cuentos, parábolas y pasajes del Evangelio: Lc 7,18-30; 14,15-24; Mt 20,1-16; 18,23-35; Lc 16,19-31; Mt 25,14-36.

El reino de Dios se traduce en un "proyecto de vida".

La primera actitud requerida es el amor de Dios y del prójimo (Mc 12,28-34), incluso el amor a los enemigos y la oración por los propios perseguidores, lo que es una originalidad absoluta de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús (Mt 5,20.44).

Otras actitudes son el servicio (Mt 10,41-45), la solidaridad (Mt 25,31-46), la compasión (Lc 6,36), la generosidad (Lc 6,38), la radicalidad (Lc 5,36; 9,62).

La riqueza constituye más bien una dificultad para entrar en el reino de Dios: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino (Lc 10,23-27). Eso se puede entender en el sentido que difícilmente un rico se hace solidario y difícilmente un solidario se hace rico. Los seguidores más cercanos a Jesús son invitados a venderlo todo (Lc 10,21).

Por tanto, la misión de anunciar el reino requiere una gran modestia y simplicidad, con ausencia de todo signo de riqueza y de poder (Mt 10,1-15; Lc 10,1-2).

Inequívoco es el ejemplo personal de Jesús, que en su ministerio ha preferido a los enfermos (Mc 1,32-34), los hambrientos (Mc 6,3-14), los pecadores, intentando salvarlos (Mt 9,9-13; Lc 19,5; 6,2; 7,36-50; Gv 4,1-42; Lc 7,1-10; 8,43-48; Gv 8,1-11).

En su modo de comportarse, Jesús exalta el valor de toda persona, sin distinción de sexo, raza, nacionalidad, riqueza o pobreza, y ni siquiera de conducta. Cristo trata de derribar las barreras y las discriminaciones que separan a los hombres en la sociedad, y de reintegrar a toda persona discriminada.

Conclusión

El reino de Dios es una categoría evangélica que es bastante más que una ética social. El reino es el plan de liberación pensado y puesto en marcha por Dios para los hombres, con un fuerte carácter escatológico, que supera la dimensión histórica.

El reino de Dios, sin embargo, está ya presente en el mundo y debe plasmarse en el mundo. Es la misión especial de los cristianos. El reino de Dios contiene un mensaje para la vida social y para la economía.

He aquí, en síntesis, las principales peticiones evangélicas al respecto:

  1. Es deber de la sociedad superar la pobreza.
  2. La sociedad debe ofrecer a todos los ciudadanos una igualdad social en las cosas necesarias, como alimento, vestido, casa, asistencia sanitaria, seguridad social.
  3. Las sociedades deben superar las diferencias entre las distintas clases sociales y los abismos de desarrollo entre los continentes.
  4. Se debe eliminar todo mecanismo esclavizante del sistema económico. Es necesario perfeccionar la legislación del trabajo para proteger a las personas y a sus respectivas familias. La economía debe ser para el hombre y no el hombre para la economía.
  5. A la pura economía neoliberal de mercado debe sustituirla una economía social, solidaria y ecológica, según una libertad de mercado no salvaje, sino regulada en función humana.
  6. La función pública debe ser un servicio sin despotismo ni corrupción.
  7. Es necesario romper las barreras entre las personas y las clases sociales (prejuicios, discriminaciones, etc.) para llegar a una verdadera integración social.
  8. A partir del reino de Dios, se debe tender a una renovación radical de la sociedad, según el espíritu evangélico de verdad, de fraternidad.
  9. Economía, política y cultura deben dar esperanza al hombre. El reino de Dios es una buena noticia. En la medida que la sociedad asuma el mensaje del Reino de Dios, favorecerá la dignidad y la felicidad de todos.
2. Economía y Reino de Dios en la espiritualidad dehoniana

En la espiritualidad del p. Dehon el reino de Dios, en lucha continua, personal y social contra el reino de Satanás, tiene un puesto central. En su formación cultural, la economía y la política a ella conectada eran consideradas elementos esenciales también para el mundo eclesial. Prueba de ello, de anciano, recordaba complacido como ya de estudiante en Roma, contemporáneamente a los tratados de filosofía, teología y derecho canónico, en los que se licenció además de en derecho civil, se sumergió en la lectura de tratados de economía política.

"El Reino del Corazón de Jesús en las almas y en la sociedad" es el título programático dado por el p. Dehon a su revista espiritual-social. Bastaría esto para testimoniar la importancia dada por el fundador de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús al "Reino de Dios" o "Reino de los cielos" anunciado en el Evangelio. Se añade el título dado al movimiento de los laicos asociados o agregados al mismo instituto: "Adveniat regnum tuum" (ART): venga a nosotros tu reino.

La expresión "Reino del Corazón de Jesús" sirve al p. Dehon para indicar juntos: la primacía de Dios sobre todo y todos, y la centralidad del amor en el mensaje evangélico, que son la base de la espiritualidad del corazón de Jesús y de la civilización del amor.

Fuentes dehonianas

DIARIO

Para confirmar eso bastará citar pocas pero decisivas frases tomadas del Diario, que es el escrito más personal y clarificador del p. Dehon.

Se añade esta otra expresión tomada de las Oeuvres Spirituelles del p. Dehon (vol. IV p. 16): "Aquellos que piensan poder hacer olvidar su escasa preocupación por la justicia distribuyendo alguna limosna, no entienden nada del Evangelio".

DIRECTORIO ESPIRITUAL

En el Directorio Espiritual, que quizás sea la obra más espiritualista del p. Dehon en cuanto que, en realidad, se trata prevalentemente de un escrito de la hermana Ignacia, hay sin embargo dos expresiones que llevan el sello personal e inconfundible del Fundador: uno donde se habla del voto de pobreza y uno donde se habla del celo. He aquí los textos:

1) "La pobreza es la salvaguardia de la vida religiosa. La tibieza y la decadencia siempre han sobrevenido en la medida que se han relajado estas virtudes " (Parte III, cap. II, par. 1).

2) "En las obras de apostolado, debemos preferir las personas más queridas al Corazón de Jesús: el servicio a los sacerdotes, su formación y santificación; la educación de los niños; el empeño por los trabajadores y los pobres. Servimos más directamente al Señor dedicándonos a aquellos de los que Jesús afirmó: cada vez que habéis hecho esto a uno de éstos mis hermanos más pequeños, lo habéis hecho conmigo (Mt 25,40)" (Parte VI, par. 23).

CONSTITUCIONES

El P. Dehon, en la óptica del "Reino del Corazón de Jesús en las almas y en la sociedad ", ha sabido distinguir, entre tantas miserias humanas que existían también entonces, la cuestión social número uno de su tiempo: la cuestión del trabajo.

Siempre en la óptica del reino del Corazón de Jesús, los dehonianos deben hacer la misma cosa hoy. Es lo que inculcan explícitamente las Constituciones.

En el n. 7, que es fundamental y que justamente viene a menudo citado, se dice: "De sus religiosos, el p. Dehon espera que sean profetas del amor y servidores de la reconciliación de los hombres y del mundo en Cristo (cf. 2Cor 5,18)". Ciertamente ello implica la unión a Jesús en la eucaristía, que es el sacramento del amor por excelencia; pero ordena también reconstruir la justicia y la paz en un mundo quizás demasiado castigado como hoy, por los dramas del hambre y de las guerras.

Igualmente, en el n. 32, las Constituciones nos incitan a escrutar los "signos de los tiempos" de hoy, para "contribuir a instaurar el reino de la justicia y de la caridad en el mundo (Souvenirs, XI)". Dan por tanto las indicaciones para que "los Directores provinciales determinen, según los tiempos y lugares, los empeños concretos ". "A la secuela del p. Dehon - se dice después - tenemos la misión de testimoniar el amor de Cristo, en un mundo a la búsqueda de una unidad difícil y de relaciones nuevas entre las personas y entre los grupos " (n. 43).

Las Constituciones reclaman también "el trabajo ", aspecto fundamental de la vida humana, como participación a la normal "condición de los hombres " y como expresión de "pobreza al servicio del Reino. Esta pobreza exige que busquemos juntos un estilo de vida simple y modesto" (nn. 48-49).

Sucede también que los más empeñados por la justicia, sobre todo cuando actúan contra las estructuras de pecado, como los mecanismos de opresión y de violencia, vienen criticados y terminan ellos mismos encontrándose un poco aislados y marginados. Por esto las Constituciones, en otra parte, afirman que "nuestra predilección irá con aquellos que tienen necesidad de ser acogidos: nos sentimos todos solidarios con nuestros hermanos que se consagran a su servicio. Nos esforzaremos - se añade - por evitar cualquier forma de injusticia social. Solo así ... podremos volver a despertar las conciencias frente al drama de la miseria y las exigencias de la justicia (cf. ET 17)" (n. 51).

CONFERENCIA GENERAL DE BRUSQUE (Santa Catarina - Brasil - 23.8/3.9 1988)

Parece extremadamente interesante, en esta Conferencia General que se tendrá en Recife (Brasil) los días 16-26 de mayo de 2.000 sobre "Economía y Reino de Dios", tener presente la conclusión a la que llegó la Conferencia de Brusque sobre "La reparación dehoniana hoy". Esta demuestra la esencialidad de la dimensión social en la totalidad de la espiritualidad dehoniana. He aquí las palabras textuales:

"Teniendo claro que la inspiración reparadora debe "animar todo lo que somos y todo lo que hacemos" (Cst n. 25), en la Conferencia General nosotros hemos mantenido como objetivo primario de nuestra reparación el empeño por la justicia social en los contextos precisos de los países donde nos encontramos.

En algunos de estos países, eso significará principalmente una opción evangélica más determinada por los pobres. En otros se traducirá sobre todo en la preocupación por impugnar las estructuras injustas de opresión y de marginación, o en la lucha contra un sistema de discriminación social, racial, ...

Para alcanzar este objetivo que para nosotros es prioritario, se nos presentan varios medios, entre los cuales están:

  1. estudio serio y continuado del pensamiento social de la iglesia y la participación en su difusión; la creación de centros de formación social;
  2. la puesta en práctica, posiblemente en cada provincia y región, o por grupos de provincias o regiones menos numerosas, de una Comisión de Justicia y Paz; la especialización de algún hermano en este campo; la animación de todos; el apoyo a otros movimientos e iniciativas por la justicia y la paz, como Amnistía Internacional, Pax Christi y el Consejo Ecuménico de las Iglesias, ...".


 
 




Tercera parte

Qué hacer

En esta tercera parte del documento de trabajo, presentamos una síntesis de lo que sale de las respuestas al cuestionario sobre lo ya se hace en la Congregación para formar e informar a nuestros religiosos y a los laicos sobre la doctrina, principios y consecuencias del sistema neoliberal; para promover a la persona humana y mejorar sus condiciones de vida; para defender el medio ambiente; para cambiar las estructuras políticas y económicas que causan y mantienen la triste situación en la que se encuentran tantos hermanos nuestros.

1 - Participar y apoyar a los organismos que promueven cambios sociales y económicos, que defienden los derechos humanos y la ecología, que hacen presión sobre los gobiernos y sobre las compañías multinacionales para inducirlos a respetar al hombre y la naturaleza, que luchan por la asistencia y la promoción humana: es una manera que los nuestros adoptan para contribuir a la construcción del reino de Dios, según las respuestas al cuestionario en preparación a la Conferencia de Recife. Y ponen algunos ejemplos de estos organismos: Eight Day Centre, Valley Interfeith, Benedict Centre, Sed Ministries, Misereor, Adveniat, Caritas, Canadian ecumenical Jubilee, ONG, Cruz Roja, Ami, Vicentini, Aldeia da Paz, o Berco, Bethania, Justicia y Paz, los movimientos para la reforma agraria, los sindicatos, las pastorales sociales, Tani Lestari, Pax Christi, Bread for the Word, movimientos populares en diversos países, etc.

Casi por todas partes los nuestros se han involucrado en la campaña de recogida de firmas para el perdón de la deuda externa de los países pobres.

Interesante y oportuna la decisión que ha tomado una provincia de hacer sociedad con laicos, para romper el monopolio de empresas que imponían precios demasiado altos para sus servicios de honras fúnebres.

Muchos hermanos luchan para cambiar a mejor el mundo en que vivimos, como sacerdotes obreros involucrados con el mundo de los trabajadores, participando en sus luchas sindicales y participando también en proyectos concretos en favor de los más necesitados. Es un modo para vivir el "ir al pueblo".

Las comunidades insertas, compartiendo, con los más necesitados, pobres, inmigrantes, el ambiente, el nivel de vida y las condiciones de trabajo, son un claro testimonio de solidaridad y de amor gratuito de Dios, y un ejemplo de encarnación en medio del pueblo.

2 - El esfuerzo para cambiar la economía mundial se evidencia también en muchas provincias, regiones y distritos: (a) en la valoración, compra y uso de los productos locales; (b) en la inversión de los fondos en bancos éticos, en lugar de depositar el dinero en bancos que invierten en actividades inmorales, cuyo beneficio puede dañar a otros; además, (c) en invertir en bancos del mismo país para ayudar al desarrollo nacional; (d) en compartir el presupuesto con los pobres; (e) en la formación de una red de ayuda alternativa entre las comunidades locales.

3 - No hay duda de que un camino por recorrer para lograr una economía más igual y de acuerdo con los criterios evangélicos es el camino de la información y de la formación. Es necesario conocer los propios derechos y los mecanismos perversos que crean una desigualdad insuperable entre ricos y pobres; conocer las causas de esta inhumana situación en la que viven tantos pueblos. No es casualidad que todo esto suceda. Por ello se hace, antes de nada, un análisis serio y profundo de la realidad, con la ayuda de ONG o de otros organismos y "expertos".

En muchas provincias y regiones, se desarrolla un programa de formación y de información, ya sea a nivel interno de la Congregación, ya sea a nivel externo; es decir: formación de los laicos. Todo esto sucede mediante los medios de comunicación social (prensa, radio, TV, publicaciones diversas, libros), las escuelas, los cursos sobre pensamiento social de la Iglesia y del padre Dehon, la formación del voluntariado. Se crea así una conciencia más clara y crítica sobre el sistema neoliberal y sus consecuencias. Hay que hacer consciente a la gente de los males del capitalismo y del liberalismo. Sin embargo no es suficiente formar al pueblo en general. Es importante que los líderes políticos reciban también una formación e información social. También este trabajo se hace en algunas provincias.

Junto a la formación y a la información, hay que tener el valor de denunciar los males, como hacen muchos de los nuestros, ya sea personalmente, en conferencias, discursos, cursos, homilías, ya sea participando en movimientos de protesta.

En la formación de nuestros jóvenes religiosos se incluye la enseñanza social de la Iglesia y del Fundador, y se intenta implicarlos en actividades sociales, así como sensibilizarlos en estos graves problemas. Es muy importante la sensibilización. No basta conocer el problema, sus causas; es necesario tener una sensibilidad hacia esta realidad tan dura e inhumana. No faltan también aquellos que son particularmente sensibles con el problema del desempleo y están dispuestos para compartir y para la solidaridad. La formación contempla también esta meta, como dicen algunas respuestas al cuestionario.

4 - Loable el esfuerzo de muchos religiosos dehonianos y de comunidades religiosas de vivir de veras el voto de pobreza con un estilo de vida simple, austero, modesto. Debería ser normal la ‘caja común’ para los miembros religiosos; algunas comunidades comparten su presupuesto con los pobres. En la vida cotidiana se intenta contentarse con lo que se tiene, sin dramatizar cuando faltan ciertas cosas. Otros hacen su trabajo personal en serio, aprovechando bien el tiempo, como un modo de vivir la pobreza, puesto que el sistema económico de hoy considera inútil este trabajo nuestro simple, modesto, más bien espiritual.

Concluyendo

En síntesis se puede decir que en la Congregación se intenta:



 
 




Cuarta parte

Sugerencias

En esta cuarta parte del documento de trabajo, presentamos las sugerencias o propuestas obtenidas a partir de las respuestas al cuestionario, hechos a la vista de las selecciones concretas de la Conferencia General del 2000.

1. Formación e Información

Algunas propuestas vienen presentadas a la Dirección General, otras a las Provincias y Regiones, como protagonistas principales de estos empeños.

Para la Dirección General

Para las Provincias y Regiones 2. Apoyo y participación en los movimientos sociales

Diversas respuestas al cuestionario enviado a los individuos y a las comunidades llevan propuestas referentes a los movimientos sociales, cuya importancia está fuera de discusión, para bien y para mal. De hecho, si es verdad que las ideas guían la historia, es igualmente verdad que los movimientos hacen la historia.

Entre los movimientos a contrastar en el campo económico, han sido nombrados el consumismo y el liberalismo. Por ejemplo se sugiere una "actitud crítica frente al consumismo y al movimiento liberalista".

Pero casi todos insisten en los movimientos positivos a promover y sostener hasta involucrarse.

Algunos sugieren estudiar a fondo "el proceso que genera la riqueza de algunos y la pobreza de la mayoría", con objeto de "involucrarse más concretamente con aquellos que proponen alternativas". De manera similar se propone "estudiar las causas que producen la marginación, la exclusión" y "luchar por cambiar el proceso que genera pobreza y sufrimiento". Otros invitan a "creer en la fuerza de las pequeñas iniciativas a partir de los pobres".

Hay quien pone el acento, por una parte, en las "Iglesias locales y sus proyectos de ámbito social", con objeto de "apoyarlos"; por otra "legislación local, nacional e internacional" para "vigilar, conocer y apoyar a los movimientos de solidaridad y actuar con ellos".

Alguno ve la necesidad de activar el laicado cristiano; exactamente "estimular a los líderes cristianos a asumir cargas administrativas y apoyarlos, motivarlos e inspirarlos e el ejercicio de sus cargas y hacer presión sobre ellos".

Otros empujan a "participar" directamente "en los movimientos de solidaridad", también "suscribiendo denuncias y protestas contra la injusticia". Una propuesta similar es preparar a las personas y "prepararse con el estudio para participar en los movimientos de justicia y paz, y en otros movimientos que intentan salvaguardar la naturaleza".

Hay quien cuenta con los gobiernos para contrarrestar a las multinacionales y propone concretamente "hacer presión sobre los gobiernos, para que establezcan mecanismos que garanticen la prioridad de la economía de base y del ambiente social, respecto a los intereses de las compañías multinacionales".

Alguno propone la red operativa, o sea, que nuestra "Congregación se una a otra Congregaciones que tratan de la globalización, para buscar recursos que puedan ser compartidos y acciones comunes que puedan ser asumidas como respuestas a la globalización ".

Otra propuesta específica, ligada a la precedente: nuestra Congregación "convoque un simposio dehoniano para todos los SCJ, con hombres de negocios, profesionales, trabajadores, ONG y organismos similares, para desarrollar un proyecto pastoral dehoniano como respuesta a la globalización".

Otra propuesta concreta: "Estudiar la posibilidad de hacer en la Congregación una ONG, estudiando los pros y los contras".

Para las Provincias en particular se sugiere "hacer proyectos para rescatar a la persona humana (toxicómanos, portadores del SIDA...); colaborar con grupos de ONG y ser miembros de ellas; apoyar a los movimientos populares que defienden la vida, los derechos humanos, principalmente de los más pobres (Cruz Roja, movimiento para la reforma agraria, los sin techo); defender los derechos de los marginados (indígenas, mujeres, niños y niñas de la calle); Charter 99 Global democracy (una corte internacional para la justicia, el desarrollo y la democracia); sostener los sindicatos en las reivindicaciones justas de los derechos de los trabajadores; dar apoyo a los políticos que se proponen operar por la vida y los derechos de los campesinos y que luchan con la vista puesta en la renovación del contexto socioeconómico; promover la paz basada en los derechos humanos y en los deberes recíprocos de las partes en conflicto; pedir una tributación más justa y un orden económico mundial más justo para evitar la desigualdad siempre creciente entre ricos y pobres".

Sobre todo, si de veras se quiere intervenir más sobre las causas del malestar económico-social mundial, en lugar de contentarse con aliviar los efectos devastadores, es necesario "sostener la reforma de la ONU", o sea, su democratización y su refuerzo, para "recuperar el primado de la política sobre la economía"; en particular va denunciada y contrastada la inmoralidad del "Nuevo Modelo de Defensa" de la OTAN, centrado en la defensa de los propios "intereses vitales, donde los ejércitos están en función de una política exterior de hegemonía económica" que perjudica a los países empobrecidos.

3. Sugerencias para la Economía

Algunos han subrayado la necesidad de controlar nuestras inversiones, invirtiendo por ejemplo nuestro dinero en bancos éticos o en áreas que sean útiles, es decir, en las construcciones para los pobres, cooperativas.

Alguno propone la creación de un fondo interprovincial y así vivir concretamente la solidaridad, la benevolencia y el compartir, dentro de nuestro Instituto.

Una propuesta original es la promovida por un grupo, para perdonar todas las deudas debidas a la Congregación, a las Provincias y a las Regiones.

No pocos han subrayado la necesidad de ser coherentes en nuestros proyectos financieros, pagando salarios adecuados a las personas según sus horas de trabajo. Además es necesario reconsiderar ciertas prácticas ambiguas a la luz de nuestra opción evangélica y revisar "nuestro neoliberalismo interno".

4. Sugerencias para la misma Conferencia General

La comisión de preparación ha tomado en consideración muchas propuestas hechas a la Conferencia General 2000, al hacer la redacción de este documento de trabajo y al programar la misma conferencia.

Pero queremos poner de relieve además algunos deseos manifestados en el cuestionario, especialmente en las respuestas a la décima cuestión.

Alguno observa que no se deberá "quedar al nivel teórico de los debates; es necesario descender al nivel práctico y operativo; partir de la teología (Reino de Dios, un poco olvidado en el documento preparatorio) y llegar al mundo económico, con compromisos concretos".

Otro grupo se expresa así: " Proponemos que la Conferencia General focalice su atención sobre dos finalidades: 1) denuncia y condena del sistema neoliberal; 2) propuesta de comportamientos consecuentes, correctos y justos, a llevar a cabo a nivel provincial y local mediante los adecuados organismos".

Muchos se felicitan de que "tras tres años, la Conferencia General y su trabajo vengan verificados y valorados tanto merced al instrumento a nivel metodológico como en su eficacia".

Se desea también que la dimensión social del pecado sea puesta de relieve durante la Conferencia General y que ésta sea un "momento importante para subrayar que nuestra espiritualidad y la difusión mundial de la Congregación nos estimulan a interesarnos no sólo por nuestro pequeño ámbito, sino también por los problemas estructurales mundiales".

Se pide también que la Conferencia General decida la elaboración de un "Catecismo social" para hoy y solicite una nueva encíclica sobre la dignidad de la persona humana, puesto que la Centesimus Annus no critica suficientemente el modelo capitalista neoliberal.

Conclusión

Este documento es sólo un camino con numerosos puntos de referencia para la reflexión, el debate en grupos de trabajo y en clase. Se trata de un instrumento que puede ser útil para el desarrollo de la Conferencia General.

Os pedimos que lo uséis, junto con otras lecturas, como preparación inmediata a este importante evento congregacional.

El éxito de esta Conferencia depende de la participación seria y eficaz de cada uno de nosotros, en un espíritu de servicio a la Iglesia, a la Congregación y a toda la sociedad.