General Conference Background Document #26 

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ECONOMIA Y REINO DE DIOS
EL MENSAJE SOCIAL DE JESUS EN EL REINO DE DIOS

Ya en una ocasión anterior nos hemos preguntado sobre la posibilidad de relacionar temas tan diversos como Economía y Reino de Dios. (cfr. DEHONINA tomo XXXVII 1998 (3) y Otros; Universidad católica Blas Cañas (ahora Univ. Cardenal Raúl Silva Henríquez), Tomo II 1998(6).

En aquella oportunidad partimos de la función de la economía y el aporte que ha de hacer el Reino de Dios y mencionamos ciertas realidades económicas que, a nuestro parecer, constituyen verdaderos obstáculos a la realización del reino.

La presente reflexión parte de la categoría del Reino de Dios para ubicar elementos que aportan a una ética económica. Esperamos que, de esta manera, la comprensión del reino aporte a una economía más humana y solidaria.

1- El Evangelio no presenta una propuesta política - económica - social determinada.

Jesús no se presenta como un revolucionario social ni como un reformador de las estructuras de la sociedad; no pertenecía al partido de los Zelotas, que propugnaban la resistencia revolucionaria y la restauración de la teocracia. Tenía un discípulo, Simón, apodado "el Zelota". (cfr. Lc. 6,15).

Pero Jesús tampoco vive ajeno a la realidad de la política, del dinero, del poder, de la pobreza y del trabajo. No huye de la realidad mundana, como lo hacían, en el tiempo de Jesús, los Esenios, una especia de orden monástica con una práctica de pobreza, celibato y obediencia. Es significativo que de los Esenios no existe el muy mínimo vestigio en el Nuevo Testamento.

El mensaje que Jesús trae a este mundo concreto, lo expresa a través de la categoría del Reno de Dios o Reino de los Cielos(Mateo). Se emplea 123 veces en el Nuevo testamento, muchas veces en boca de Jesús. Es una expresión fundamental para el entendimiento del Evangelio.

Sin embargo, no es fácil conceptualizar el contenido del Reino. Jesús no lo define; él lo anuncia y dice que está cerca.

2- ¿El Reino de Dios pertenece a la historia o a la escatología? ¿Es una realidad inmanente o trascendente?

Quizá la primera impresión es la de una realidad trascendente, más allá de lo histórico, de lo social, del mundo y del tiempo. El hecho que Mateo prefiere la expresión Reino de los Cielos no indica necesariamente su trascendencia, sino una costumbre rabínica de no pronunciar el nombre de Dios.

Sin duda alguna, el Reino es una realidad que supera la historicidad; es equivalente a la vida eterna. En el juicio final "dirá el Rey a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del Mundo" (Mt. 25,34).

Así también la comparación del Reino de los Cielos con la red: "Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos, los echarán en el horno del fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes" (Mt. 13,49-50; cfr. Mt. 13, 40-43: la explicación de la parábola del trigo y de la cizaña; Mt. 22, 1-14: las bodas del hijo del rey.)

Pero no es sólo escatología. Ya está presente.

"Si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios." (Mt. 12, 28)

"Habiéndole preguntado los fariseos cuando llegaría el Reino de Dios, les respondió: El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Ya no dirán: Vedlo aquí o allá, porque el reino de Dios ya está entre vosotros" (Lc. 17, 20-21).

El Reino de Dios está presente en la persona de Jesús y en su actuación. Dejar casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios (cfr. Lc. 18, 29), es lo mismo que dejarlos por Jesús y el Evangelio (cfr. Mc. 10, 29).

La doble dimensión, la escatológica y la histórica, del Reino de Dios es expresada en las parábolas de la siembra. Es como la semilla de mostaza (cfr. Mt. 13, 31), como un campo de trigo con la cizaña (cfr. Mt. 13, 24-30), como el trigo sembrado en el camino, en el pedregal, entre abrojos y en buena tierra. (cfr. Mt. 13, 3-9).

Si el Reino de Dios indicara solamente una realidad trascendente, la religión cristiana podría ser considerada como un "opio para el pueblo" o una alienación, como lo decía Karl Marx. Pero si es una realidad tanto histórica como escatológica, debemos buscar en él esos elementos que nos ayuden a construir nuestra vida social, política y económica, intramundana.

Vamos a aproximarnos al mensaje social del reino de Dios en las palabras con que Jesús:

- anuncie el reino;

- explica su contenido en las parábolas;

- indica sus exigencias en un proyecto de vida; y - en cómo lo pone presente en su actuación profética.

3- Jesús anuncia el Reino de Dios.

El Reino de Dios es buena noticia, es esperanza para los pobres, los excluidos, los que esperan justicia y liberación.

Lucas coloca el inicio de la prédica de Jesús en Nazaret, donde lee del profeta Isaías. Esta escritura se ha cumplido, dice Jesús. Así anuncia a los pobres la Buena Nueva, a los esclavos la liberación, a los ciegos la vista y a los oprimidos la libertad.

Ha llegado un año de gracia del señor, como eran los años sabáticos y los años de jubileo en el Antiguo testamento. (Lc. 4, 14-21; cfr. Is. 61, 1-2; Ex. 23, 10-11; Deut. 15, 1-11; Lev. 25, 1-55).

Mateo inicia la predicación de Jesús con el sermón de la montaña: el reino de Dios hará feliz a los pobres de espíritu; en él los tristes tendrán consuelo; los constructores de paz y los buscadores de justicia encontrarán satisfacción; los compasivos, los mansos y los limpios de corazón serán los nuevos habitantes de la tierra. (cfr. Mt. 5, 1-11)

Juan el Bautista, cuando no se conforma con el modo de actuar de Jesús y le envía unos discípulos para preguntarle si aún se debe esperar otro que sea el Mesías, recibe una respuesta en el mismo sentido: se anuncia la Buena Nueva a los pobres, porque los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen y los muertos resucitan. Estos son los pequeños del reino de los Cielos, pero de todo modo mayores que el mayor de los profetas que es Juan Bautista. (cfr. Lc. 7, 18-30).

Así, el reino, anunciado por Jesús, tiene preferidos: los pobres y los excluidos. El Reino de Dios supone e implica la opción por los pobres.

4- El Reino de Dios es proclamado en las narraciones simbólicas, en las parábolas que, proponiendo soluciones casi imposibles, son a la vez tremendos desafíos para pensar en soluciones sociales, políticas y económicas diferentes. Quizá por ser tan utópicas en la realidad mundana, fueron interpretadoras exclusivamente en el sentido escatológico, con una gran pérdida del valor histórico - social del mensaje cristiano.

La parábola del señor que preparó una gran cena, cuyos invitados se excusaron, ya sea por haber comprado un campo o unas yuntas de bueyes, ya sea por haberse casado, y que manda a sus siervos a invitar a pobres, lisiados, ciegos y cojos, se presta perfectamente para una interpretación escatológica. (cfr. Lc. 14, 15-24) y la creo muy justificada, considerando su paralelo en Mateo. (22, 2-10)

Pero, ¿solamente escatológica? ¿Cómo explicar entonces la exhortación inmediatamente anterior?

  • "Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te invitan a su vez, y que tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos. (Lc. 14, 12-14)
  • ¿Acaso la parábola no urge al rico a compartir el bienestar alcanzado con las personas necesitadas? O a la nación rica a compartir el desarrollo alcanzado con otras naciones aún en subdesarrollo?

    La parábola de los trabajadores de la viña (cfr. Mt. 20, 1-16) que todos son pagados por igual con un denario pese a haber trabajado horarios muy diferentes, parece un relato tan imposible para nuestro sistema económico que nuevamente privilegiamos su explicación escatológica. Pero, ¿por qué no nos atrevemos a plantear también un significado histórico - social, considerando que los trabajadores eran cesantes ("nadie nos contrató") y que el denario convenido era un jornal, necesario para vivir?

    ¿Acaso la parábola no nos plantea la necesidad de revisar todo nuestro sistema económico basado en el servicio prestado, para llegar a otro basado en la necesidad de la persona? Parece que la solución propuesta es impracticable, pero el desafío es válido: hay que construir una economía en que todos alcancen un nivel de vida digno.

    Así podemos mencionar la parábola del siervo sin entrañas, a quien el rey perdonó una deuda inmensa, pero que no supo perdonar la deuda de su compañero. (cfr. Mt. 18, 23-35)

    El año 2000 ¿podrá ser un año de jubileo con perdón (parcial) de las deudas de los países pobres, ya que el Señor tendrá mucho que perdonar a los países ricos?

    La aplicación de la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro es bastante clara para situaciones de derroche, que es una afrenta para el necesitado. (cfr. Lc. 16, 19-31)

    ¿Acaso la parábola no aboga la austeridad de vida en presencia de tanta pobreza?

    La parábola de los talentos recalca la responsabilidad que significa administrar los recursos que Dios nos ha confiado. (cfr. Mt. 25, 14-36)

    5- El Reino de Dios se convierte en un proyecto de vida.

    1. Los que quieren participar en él, tienen que asumir actitudes que vayan a expresar esa Buena Nueva y a configurar ese Reino.
    2. La primera actitud es el Amor. El escriba que interroga a Jesús sobre el primero de los mandamientos, no está lejos del Reino de Dios, porque coincidió con Jesús que esta ley es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo. (cfr. Mc. 12, 28-34)
      Esto incluye amar a sus enemigos y a orar por sus perseguidores porque si la justicia de los discípulos de Jesús no es mayor que la de escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de Dios. (cfr. Mt. 5, 44 y 5,20)
      La segunda actitud es el servicio. El ejercicio de la autoridad no debe ser el dominio de señores absolutos ni opresión alguna; ha de ser un servicio tomando el ejemplo de Jesús que no vino a ser servido sino para servir y a dar su vida como rescate para muchos. (cfr. Mc. 10, 41-45)

      La gran condición para entrar en el Reino definitivo es la solidaridad: dar de comer a los hambrientos, dar de beber a los sedientos; acoger a los forasteros, vestir a los desnudos, visitar a los enfermos e ir a ver a los que están en la cárcel. (Mt. 25, 31-46)

      La riqueza es una gran dificultad para entrar en el Reino de Dios. Es más fácil para un camello pasar por el ojo de la aguja que para un rico entrar en el Reino. (cfr. Lc. 10, 23-27) Podemos entender que el que se empeña a ser solidario, difícilmente se hace rico. Y el que es rico, difícilmente se ha mostrado solidario. Hay que hacerse amigos con el dinero injusto para que lo reciban después en las eternas moradas. (cfr. Lc. 16,9)

      Otras actitudes del reino son la compasión, "como vuestro padre es compasivo" (Lc. 6,36); la generosidad en dar "una medida buena, apretada, remecida, rebosante". (Lc. 6,38); la radicalidad: "Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo" (Lc. 5,36); "Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios". (Lc. 9,62)

      Los seguidores más directos de Jesús hacen bien en vender todo. (cfr. Lc. 10,21)

      Para salir a anunciar el Reino, se requiere una gran modestia, ausencia de todo signo de riqueza o poder. Nada de alforja, bolsa, sandalias, ni oro o plata en la faja. El Reino de Dios se anuncia curando a los enfermos, resucitando muertos, purificando leprosos y expulsando demonios. Y sobre todo, haciendo llegar la paz a las casas que visitan. (cfr. Mt. 10, 1-15); Lc. 10, 1-12)

    6- El Reino de Dios se hace presente en la persona y la actuación profética de Jesús. Si queremos leer el mensaje social de Jesús en el Evangelio, debemos fijarnos en la manera en que él reacciona ante las diferentes situaciones. Es una fuente inagotable de enseñanzas.
    1. Sana a los enfermos.
    2. "Al atardecer, a la puesta del sol le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios". (Mc. 1, 32-34)
      Comparte su pan con los hambrientos. Al encontrarse con una gran afluencia de pueblo y verlo con hambre, decía a los apóstoles: "Dadles vosotros de comer".
      Al disponer de unos pocos panes y peces, "partió el pan y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces". (Mc. 6, 3-14)

      Rompe con la ley estricta del sábado si esto es necesario para el bien del hombre. Entra en conflicto con los líderes religiosos del pueblo, sanando a los enfermos aún en día de descanso.

      "El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. (Mc. 2,27)

      Rompe con muchísimas otras costumbres casi sagradas, que significaban, sin embargo, graves discriminaciones en la sociedad judía. Llama a Leví, el de Alfeo (Mateo), sentado en su despacho de impuestos y le dice: sígueme. ¡Un publicano entre sus discípulos!

      "Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. (….) No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están malos". (Mt. 9,9-13)

      Así pasó con Zaqueo de Jericó; Jesús mismo se hace el invitado. (cfr. Lc. 19,5)

      En su compañía se encuentra "María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios" (Lc. 6,2).

      Admite que una mujer pecadora pública se acerque a él y le bese; la defiende ante los comensales y la perdona, "porque ha mostrado mucho amor". (Lc. 7, 36-50)

      En viaje por Samaria, se pone a charlar con una mujer al lado del pozo. ¡Una mujer samaritana!. Una mujer con una vida matrimonial desastrosa. "Y se quedó allí dos días". ¡En Samaria! Y los Samaritanos decían: "Nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el salvador del mundo." (Jn. 4,1-42)

      Sana al siervo del centurión romano porque "ni en la casa de Israel he encontrado una fe tan grande". (Lc. 7, 1-10)

      Sana también a la mujer que padecía flujo de sangre y que por eso era impura. No la recriminó por haberle tocado sino le dijo: "Hija tu fe te ha salvado; vete en paz". (Lc. 8, 43-48). A pesar de su condena al adulterio: "Todo el que mira a una mujer, deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón" (Mt. 5,28), cuando le presentan a una mujer sorprendida en adulterio para ser apedreada, encuentra la manera de salvarle la vida: "Vete, y en adelante no pecas más". (Jn. 8, 1-11)

      Mediante su actuación Jesús expresa el valor de cada persona, sin importar su condición de sexo, raza, nacionalidad, riqueza o pobreza, ni de conducta. Tiene la intención de romper las barreras y discriminaciones que separan a los hombres en la sociedad y de volver a integrar a toda persona expulsada de ella.

    7- Conclusión.
    El Reino de Dios es una categoría evangélica que abarca mucho más que una ética social. El Reino es el plan de liberación que Dios tiene para los hombres y que tiene un fuerte carácter escatológico, superando la dimensión histórica.

    Pero el Reino de Dios ya está presente en el mundo y debe configurarse en el mundo; es misión especialmente de los cristianos. Dios, mediante Jesucristo ha sembrado buena semilla y ésta va creciendo para el día de la cosecha.

    El Reino de Dios tiene un mensaje para la vida de la sociedad y para su economía.

    Sin pretender ser exhaustivo, creo poder mencionar algunas metas que podemos deducir del Evangelio:

     
    P. Leonardo van Marrewijk S.C.J.
    Febrero de 1999.


    ECONOMIA E REGNO DI DIO

    IL MESSAGGIO SOCIALE DI GESÚ NEL REGNO DI DIO

    Un'altra volta ci siamo già chiesti sulla possibilità di collegare temi così diversi come Economia e Regno di Dio. (cfr. DEHONINA tomo XXXVII 1998 (3) e Altri; Università cattolica Blas Cañas (adesso Univ. Cardenal Raúl Silva Henríquez), Tomo II 1998(6).

    Quella volta siamo partiti dalla funzione dell'economia e del aiuto che deve darle il Regno di Dio, e abbiamo menzionato alcune realtà economiche che, secondo noi, costituiscono veri ostacoli per la realizzazione del regno.

    Questa riflessione parte dalla categoria del Regno di Dio per mettere elementi che servono a una etica economica. Speriamo che, in questo modo, la comprensione del regno serva a una economia più umana e solidale.

    1- Il Vangelo non presenta una proposta politica - economica - sociale determinata.

    Gesù non si presenta come un rivoluzionario né come un riformatore delle strutture della società; non apparteneva al partito dei Zeloti, che difendevano la resistenza rivoluzionaria e la ristaurazione de la teocrazia. Aveva un discepolo, Simone, detto "lo Zelota". (cfr. Lc. 6,15).

    Ma Gesú non vive neanche lontano dalla realtà della politica, del denaro, del potere, della povertà e del lavoro. Non fugge dalla realtà del mondo, come facevano gli Esenii, che era come un'ordine monastica con pratiche di povertà, celibato e obbedienza. È significativo che sugli Esenii non esiste nessun riferimento nel Nuovo Testamento.

    Il messaggio di Gesù porta a questo mondo concreto, e lo esprime colla categoria del Regno di Dio o Regno dei Celi (Matteo). Si usa 123 volte nel Nuovo Testamento, molte volte in parole di Gesù. È un'espressione fondamentale per capire il Vangelo.

    Però, non è facile concepire il contenuto del Regno. Gesù non lo define mai; lui lo annuncia e dice che è vicino.

    2- ¿Il Regno di Dio appartiene alla storia oppure all'escatologia? ¿È una realtà inmanente o trascendente?

    Forse la prima impressione è quella di una realtà trascendente, al di là di quello storico, quello sociale, del mondo e del tempo. Il fatto che Matteo preferisca l'espressione Regno dei Celi non indica neccessariamente la sua trascendenza, ma un costume rabinico di non pronunciare il nome di Dio.

    Senz'altro, il Regno è una realtà che supera la storicità; è simile alla vita eterna. Nel giudizio finale "dirà il Re a quelli della sua destra: Venite, benedetti di mio Padre, ricevete l'eredità del Regno preparato per voi dalla creazione del Mondo " (Mt. 25,34).

    Così anche il paragone del Regno dei Celi colla rete: "Così avverrà alla fine del mondo: gli angeli verranno, separeranno i malvagi dai giusti, e li getteranno nel fuoco del forno; lì essi piangeranno, battendo i denti " (Mt. 13,49-50; cfr. Mt. 13, 40-43: la spiega della parabola del grano e le erbacce; Mt. 22, 1-14: le nozze del flglio del re.)

    Ma non è soltanto escatologia. Ormai sta presente.

    "Se per lo Spirito di Dio scaccio io i demoni, allora vuol dire che il Regno di Dio è giunto fra di voi." (Mt. 12, 28)

    "Un giorno i farisei chiesero quando arriverebbe il Regno di Dio, e rispose: Il Regno di Dio viene senza notarsi. Non diranno: Eccolo qui o là, perché il regno di Dio è ormai in mezzo a voi " (Lc. 17, 20-21).

    Il Regno di Dio è nella persona di Gesù e nel suo comportamento. Lasciare casa, donna, fratelli, parenti o figli per il Regno di Dio (cfr. Lc. 18, 29), è lo stesso che lasciarli per Gesù e il Vangelo (cfr. Mc. 10, 29).

    La doppia dimensione, quella escatologica e quella storica, del Regno di Dio si esprime nella parabola della semina. È come la seme di senape (cfr. Mt. 13, 31), come un campo di grano colle erbacce (cfr. Mt. 13, 24-30), come il grano seminato nel sentiero, sul terreno roccioso, fra le spine e in terra buona. (cfr. Mt. 13, 3-9).

    Se il Regno di Dio indicasse soltanto una realtà trascendente, la religione cristiana potrebbe essere considerata come "oppio per il popolo" o una alienazione, come diceva Karl Marx. Ma se è una realtà sia storica come escatologica, dobbiamo cercare in lui gli elementi che ci aiutano a costruire la nostra vita sociale, politica ed economica, intramondana.

    Ci aprossimeremo al messaggio sociale del regno di Dio nelle parole con cui Gesù:

    - annuncia il regno;

    - spiega il suo contenuto nelle parabole;

    - indica le sue esigenze in un progetto di vita; e - in come lo fa presente nella sua azione profetica.

    3- Gesù annuncia il Regno di Dio.

    Il Regno di Dio è buona notizia, è speranza per i poveri, gli esclusi, quelli che sperano la giustizia e liberazione.

    Lucca mette l'inizio della predica di Gesù in Nazaret, dove legge dal profeta Issaia. Questa scrittura si è compiuta, dice Gesù. Così annuncia ai poveri la Buona Nuova, agli schiavi la liberazione, ai ciechi la vista e agli oppressi la libertà.

    È arrivato un anno di grazia del signore, come erano gli anni sabatici e gli anni del giubileo nel Vecchio Testamento. (Lc. 4, 14-21; cfr. Is. 61, 1-2; Ex. 23, 10-11; Deut. 15, 1-11; Lev. 25, 1-55).

    Matteo inizia la predica di Gesù con il discorso della montagna: il regno di Dio farà felici ai poveri di spirito; gli afflitti avranno il conforto; i costruttori di pace e i cercatori di giustizia troveranno soddisfazione; i misericordiosi, i miti e quelli di cuore puro saranno i nuovi abitanti della terra (cfr. Mt. 5, 1-11)

    Giovanni Battista, quando non si conforma con il modo di agire Gesù, gli invia alcuni discepoli per chiedere se ancora devono aspettare un altro che sia il Messia, riceve una risposta nello stesso senso: si annuncia la Buona Notizia ai poveri, perché i ciechi vedono, gli zoppi camminanno, i lebbrosi sono guariti, i sordi sentono e i morti resuscitano. Questi sono i piccoli del regno dei Celi, ma del tutto più grandi del maggiore dei profeti, che è Giovanni Battista. (cfr. Lc. 7, 18-30).

    Così, il regno, annunciato da Gesù, ha alcuni prediletti: i poveri e gli esclusi. Il Regno di Dio significa e porta all'opzione per i poveri.

    4- Il Regno di Dio si proclama nelle narrazioni simboliche, nelle parabole che, anche se propongono soluzioni quasi imposibili, sono nello stesso tempo importanti sfide per pensare a soluzioni sociali, politiche e economiche differenti. Forse per essere così utopiche nella realtà mondana, sono state capite nel senso escatologico, con una grande perdita del valore storico-sociale del messaggio cristiano.

    La parabola del signore che prepara una grande cena, i cui invitati si scusavano, sia per aver comprato un terreno o alcuni buoi, che per essersi sposati, e che invia i suoi servi per invitare i poveri, i mutilati, i ciechi e gli zoppi, serve perfettamente per una interpretazione escatologica (cfr. Lc. 14, 15-24) e la considero molto giusta, se vediamo il suo parallelismo in Matteo. (22, 2-10)

    Ma, soltanto escatologica? Come spiegare allora l'esortazione anteriore?

    "Quando prepari un pranzo o una cena, non invitare amici, fratelli, parenti o ricchi vicini, che possono contraccambiare l'invito, e ormai riceverai la tua ricompensa. Quando prepari un pranzo, invita i poveri, i mutilati, gli zoppi, i ciechi; e sarai fortunato, perché non ti possono contraccambiare, e allora sarai ricompensato nella resurrezione dei giusti. (Lc. 14, 12-14)

    Magari la parabola non forza il ricco a condividere il suo benessere colle persone bisognose? Oppure alla nazione ricca a condividere il suo sviluppo con altre nazioni ancora sottosviluppate?

    La parabola degli operai della vigna (cfr. Mt. 20, 1-16) in cui tutti sono pagati ugualmente con un denariom anche se hanno lavorato durante tempi molto diversi, sembra un racconto così impossibile per il nostro sistema economico che nuovamente prendiamo una spiega escatologica. Ma, per che non siamo capaci di proporre anche un significato storico-sociale, considerando che gli operai erano cesanti ("nessuno ci impiegò") e che il denario accordato era un giornale, necessario per vivere?

    Magari la parabola non ci fa avere il bisogno di esaminare tutto il nostro sistema economico basato nel servizio prestato, per avere un altro basato nel bisogno della persona? Sembra che la soluzione proposta non è possibile, ma la sfida è valida: bisogna costruire un'economia in cui tutti abbiano un livello di vita rispettabile.

    Così possiamo ricordare la parabola del servo senza sentimenti, a chi il re condona un debito grandissimo, ma che poi non condona il debito del suo compagno. (cfr. Mt. 18, 23-35)

    L'anno 2000, potrà essere un anno di giubileo con condonazione (parziale) dei debiti dei paesi poveri, già che il Signore avrà molto da condonare ai paesi ricchi?

    L'applicazione della parabola del ricco Epulone e il povero Lazzaro è assai chiara per situazioni di spreco, che è un'offesa per il bisognoso. (cfr. Lc. 16, 19-31)

    Magari la parabola non difende l'austerità di vita davanti a così tanta povertà?

    La parabola degli investimenti sottolinea la responsabilità che significa amministrare le risorse che Dio ci ha affidato. (cfr. Mt. 25, 14-36)

    5- Il Regno di Dio diventa un progetto di vita.

    Quelli che ne vogliono partecipare devono avere alcune attitudini che espressino quella Buona Notizia e portino al Regno.

    La prima attitudine è l'Amore. Il dottore della legge che chiede Gesù sul primo di tutti i commandamenti non è lontano dal Regno di Dio, perché pensa come Gesù che questa legge è amare Dio con tutto il cuore, con tutta l'anima, con tuta la mente e con tutte le forze, e amare il prossimo come se stesso. (cfr. Mc. 12, 28-34)

    Questo include amare gli enemici e pregare per i persecutori, perché la se giustizia dei discepoli di Gesù non è maggiore di quella dei dottori della legge e dei farisei, allora non entreranno nel Regno di Dio. (cfr. Mt. 5, 44 y 5,20)

    La seconda attitudine è il servizio. L'esercizio dell'autorità non deve essere il dominio dei segnori assoluti ne un'opressione; deve essere un servizio che prenda l'esempio di Gesù, che non è venuto per essere servito ma per servire, e per dare la sua vita come liberazione per molti. (cfr. Mc. 10, 41-45)

    La grande condizione per entrare nel Regno definitivo è la solidarietà: dare da mangiare agli affamati, dare da mangiare agli assetati; accogliere gli stranieri, vestire i nudi, visitare gli ammalati e andare a vedere quelli che sono in prigione. (Mt. 25, 31-46)

    La ricchezza è una grande dificultà per entrare nel Regno di Dio. È più facile per un cammello di passare attraverso l'occhio di un ago che per un ricco di entrare nel Regno. (cfr. Lc. 10, 23-27) Possiamo capire che chi cerca di essere solidale, difficilmente diventerà ricco. E che il ricco, difficilmente è stato solidale. Bisogna farsi amici con i soldi ingiusti perché lo ricevano dopo nell'eternità. (cfr. Lc. 16,9)

    Altre attitudine del regno sono la misericordia, "come vostro padre è misericordiosi" (Lc. 6,36); la generosità nel dare "in misura superiore, pigiato e scosso, addirittura traboccante". (Lc. 6,38); la radicalità: "Nessuno taglia un vestito nuovo per rattoppare un vestito vecchio" (Lc. 5,36); "Nessuno che mette mano all'aratro e posi si rivolta indietro è adatto al Regno di Dio ". (Lc. 9,62)

    Quelli che seguono Gesù più vicino fanno bene nel vendere tutto. (cfr. Lc. 10,21)

    Per annunciare il Regno, bisogna una grande, assenza di tutto segno di ricchezza o potere. Né denaro, né borsa di viaggio, né scarpe di ricambio, nemmeno un bastone. Il Regno di Dio di annuncia guarendo gli ammalati, resuscitando i morti, sanando i lebbrosi e scacciando i demoni. E soprattutto, portando la pace alle case che visitano. (cfr. Mt. 10, 1-15); Lc. 10, 1-12)

    6- Il Regno di Dio si fa presente nella persona e l'azione profetica di Gesù. Se vogliamo leggere il messaggio sociale di Gesù nel Vangelo, dobbiamo guardare come riagisce davanti alle diverse dituazioni. È una fonte inesauribile di insegnamenti.

    Guarisce gli ammalati.

    "Dopo il tramonto, condussero a Gesù tutti gli ammalati ed indemoniati; tutta la città si era riunita alla porta. Gesù guarì un gran numero di persone che si sentivano male per diverse malattie, e anche scacciò molti demoni". (Mc. 1, 32-34)

    Condivide il suo pane cogli affamati. Quando si trova con molta gente e la vede con fame, disse agli apostoli: "Dategli voi da mangiare".

    Siccome avevano pochi pani e pesci, "partí il pane e lo diede ai discepoli perché glielo servissero. Anche condivise fra tutti i due pesci". (Mc. 6, 3-14)

    Rompe colla rigida legge del sabato se questo è necessario per il bene del uomo. Entra in conflitto coi dirigenti religiosi, guarendo gli ammalati anche nel giorno del riposo.

    "Il sabato è stato messo per l'uomo, e non l'uomo per il sabato. (Mc. 2,27)

    Rompe con tantissimi altri costumi quasi sacre, che significavano, però, gravi discriminazioni nella società giudaica. Chiama Levi, figlio di Alfeo (Matteo), seduto nel suo banco delle tasse e gli dice: vieni con me. Un pubblicano fra i suoi discepoli!

    "Quando lui era seduto al tavolo a casa di Matteo, arrivarono molti pubblicani e peccatori, che erano al tavolo con Gesù e i suoi discepoli. (....) Non hanno bisogno del medico i sani, ma i malati". (Mt. 9,9-13)

    Così è successo con Zaccheo in Gerico; anche Gesù si fa il suo invitato. (cfr. Lc. 19,5)

    Nella sua compagnia si trova "Maria Maddalena, da cui erano usciti sete demoni" (Lc. 6,2).

    Permette che una peccatrice pubblica si gli avvicini e lo baci; la difende davanti agli altri invitati al pranzo e la perdona "perché ha amato molto". (Lc. 7, 36-50)

    Di viaggio nella Samaria, comincia a parlare con una donna vicino a una pozza. Una donna samaritana!. Una donna con una vita matrimoniale di disastro. "E restò lì per due giorni". Nella Samaria! E i samaritani dicevano: "Noi stessi abbiamo sentito e sappiamo che questo è veramente il salvatore del mondo." (Jn. 4,1-42)

    Guarisce il servo del centurione romano perché "neppure fra il popolo di Israele ho mai trovato una fede come questa". (Lc. 7, 1-10)

    Guarisce anche la donna che soffriva una emorragia e per quello era impura. Non la recrimina per toccarla, ma le disse: "Figliola, la tua fede ti ha salvata; puoi andartene in pace". (Lc. 8, 43-48). Nonostante la sua condanna del adulterio: "Basta guardare una donna con desiderio, per aver già commesso adulterio con lei nel vostro cuore" (Mt. 5,28), quando gli presentano una donna sorpresa in adulterio per essere uccisa a sassate, trova il modo di salvare la sua vita: "Va' e non peccare più". (Jn. 8, 1-11)

    Con la sua azione, Gesù esprime il valore di ogni persona, senza importare la sua condizione di sesso, razza, nazionalità, ricchezza o povertà, né comportamento. Ha l'intenzione di rompere le barriere e discriminazioni che separano gli uomini nella società e integrare di nuovo a tutti quelli che sono stati espulsi da essa.

    7- Conclusione.

    Il Regno di Dio è una categoria evangelica che significa molto più di una etica sociale. Il Regno è il progetto di liberazione che Dio ha pensato per gli uomini e che possiede un forte carattere escatologico, superando la dimensione storica.

    Ma il Regno di Dio è ormai presente nel mondo, e di deve formare nel mondo; è una missione specialmente per i cristiani. Dio, attraverso Gesù Cristo ha seminato una buona seme e questa continua a crescere fino al giorno del raccolto.

    Il Regno di Dio ha un messaggio per la vita della società e per la sua economia.

    Senza voler essere esaurente, penso di poter menzionare alcuni scopi che possiamo dedurre dal Vangelo:

    È un dovere della società il superare la povertà. Mi sembra che è il primo dovere etico nel campo dell'economia. Tutto quello che, per la volontà del uomo, impedisce oppure blocca questo scopo è un peccato.

    La società deve offrire a tutti i cittadini una usuaglianza sociale in tutte le cose necessarie per una vita meritevole: cibo, vestito, casa, salute, educazione, servizi sociali. Anche le persone che, per qualsiasi ragione, non possono contribuire significativamente alla produzione o distribuzione dei beni e servizi, hanno il diritto di avere condizioni di vita meritevoli.

    Le società devono superare le grande differenze fra i diversi livelli sociali. Il mondo deve superare le grandi differenze di sviluppo fra i continenti. Lo spreco di risorse è sempre condannabile, ma specialmente davanti alla mancanza di tanti.

    Si devono eliminare tutti i fattori che schiavizzano dentro il sistema economico. È necessario perfezionare le leggi laborali in modo che proteggiano le persone e le famiglie; è necessario esaminare il sistema di credito del consumo. L'economia è per l'uomo, e non l'uomo per l'economia.

    Invece di un'economia neoliberale del mercato, abbiamo bisogno di un'economia sociale, solidale ed ecologia di mercato.

    La funzione pubblica deve essere intesa come un vero servizio, evitando tutti gli elementi di corruzione.

    È necessario rompere le barriere fra i membri della stessa società, e che sono formate da miti, costumi e discriminazioni di diverso tipo, affinché riusciamo ad avere una vera integrazione sociale.

    Dal Regno di Dio si deve proporre una rinovazione coraggiosa della società tramite la fraternità, l'austerità, la giustizia, la solidarietà e la carità.

    L'economia e le atre attività della vita sociale si devono centrare nel benessere di tutti, che è "l'insieme di tutte quelle condizioni di vita sociale con cui gli uomini, le famiglie e le associazioni possono raggiungere la propria perfezione con una maggior pienezza e facilità". (G.S. 74)

    Finalmente, l'economia, la politica e la cultura devono dare speranza al uomo. Il Regno di Dio è una buona notizia. Sempre che la vita sociale prenda il messaggio del Regno, porterà allegria e felicità per tutti.

    P. Leonardo van Marrewijk S.C.J.
    Febbraio di 1999.