VI CONFERENZA GENERALE
ECONOMIA E REGNO DI DIO
Contributo dei Promotori di Giustizia e pace dell’Europa del Sud
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Salamanca, 21-22 febbraio 2000
Il contributo che offriamo ai lavori della
Conferenza generale consta di due parti:
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Una riflesione biblica che indica il cammino
di conversione che su questo tema Gesú ci invita a compiere;
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Alcune proposte operative che la Conferenza
potrebbe considerare.
Riflessione biblica
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La pobreza de Jesús
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Estilo de VIDA de Jesús:
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"Él, siendo rico, se hizo pobre
por vosotros para enriqueceros con su pobreza" (2Co 8,9). Cristo, siendo
rico, no sólo se vuelve hacia los pobres, sino que además
-ambas cosas guardan íntima relación- se manifiesta también
en pobreza. Siendo rico, no distribuye sus dones desde lo alto, sino que
comparte su riqueza, haciéndose pobre Él mismo; nace
en un establo (Lc 2,7), sus primeros discípulos son pescadores (Mc
1,16);
-
Jesús procedía de un medio de
obreros manuales. Ayudó a su padre en el trabajo y con él
aprendió el oficio manual (Mc 6,3): "¿no es éste
el carpintero?"; la mayor parte de su vida (treinta años) trabajó
para ganarse el pan. Pablo dice a los Tesalonicenses "si alguno no quiere
trabajar, que tampoco coma" (2 Tes 3,10);
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Su ministerio público estuvo marcado
por la predicación itinerante, los que le siguen son gente
sencilla;
-
Jesús vivió en la inseguridad,
en una situación precaria, vivió sin casa, como extranjero
y peregrino en esta tierra. Imitar su vida y seguirle quiere decir afrontar
una existencia desprovista de seguridades humanas, caracterizada por la
pobreza;
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Se presenta y es solidario con los humildes
y los pobres, ser testigos de este Jesús comporta vivir y presentarse
desarmado, con las manos vacías, el corazón de pobre en medio
de los hombres;
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Los auténticos discípulos de
Jesús no son aquellos que aprenden la lección, que escuchan
de sus labios, sino los que viven como Él; "mientras iban
caminando, uno le dijo: Te seguiré a donde quiera que vayas. Jesús
le dice: ...el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza" (Lc
9,57-58).
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ENSEÑANZA de Jesús:
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Para entender la actitud de Jesús frente
a los bienes terrenos es básico el reto del sermón de la
montaña: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo
lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6,33).
Los hombres, según Cristo, son libres de las preocupaciones de la
vida no por un autocontrol estoico, sino porque su centro de gravedad lo
constituye la búsqueda del Reino;
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El reino empieza a implantarse allí
donde los discípulos ponen sus bienes a disposición de
los pobres; el único modo de rescatar al hombre de la posesión
de los bienes es compartirlos: "Vended vuestros bienes y dad
limosna" (Lc 12,33);
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"No podéis servir a Dios y al Dinero"
(Lc 16,13). El Dinero es una realidad contrapuesta a Dios. No se trata
sólo del dinero en sentido técnico, sino del poder económico,
que secuestra al hombre de manera totalizante, paralizante y alternativa
respecto a Dios. La riqueza ata al hombre y lo hace sordo
a la llamada del Reino de Dios;
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El Evangelio recoge un amplio elenco de situaciones
donde se descubre la cara seductora del dinero: el dinero tiene
un poder seductor y corruptivo, "riquezas en el cielo" (Mt 6,19-21),
por él pleitean hermanos (Lc 12,13-15), con la seguridad que le
da el dinero, el hijo pródigo rompe con su padre (Lc 15,11), se
extorsiona a la gente [como lo reconoce Zaqueo cuando se encuentra
con Jesús (Lc 19,8)], se usa como ostentación [la pobre
viuda ante el cepillo del templo (Mc 12,41-44)], es fuente de injusticias
(el rico y Lázaro Lc 16,19-31), crea una falsa seguridad
en quien lo posee (ganar el mundo Lc 9,25); el dinero hace al hombre
necio (el hombre rico que demuele su granero para edificar otro mayor
Lc 12, 16-21);
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El distanciamiento de las riquezas, por su
peligrosidad, es expresado por Jesús en la narración simbólica
del hombre rico y del pobre Lázaro (Lc 16,19-31). El destino del
rico, indiferente hacia el pobre, acaba en una ruina total e irreversible.
El destino del pobre, prototipo del hombre justo y fiel, termina en una
espléndida comunión de vida con todos los justos;
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Para seguir a Cristo pobre es necesaria la
experiencia de despojo y pobreza, para poseer a Cristo es
necesario perder muchas cosas, incluso algunas muy queridas (casa, familia,
posesiones, etc., cf. Lc 18,29-30);
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La pobreza es desprendimiento de la riqueza,
no desprecio de la misma. De ahí la vigilancia ante la codicia y
su poder seductor. Jesús de Nazareth se hizo solidario con los pobres,
manso ante los hombres y humilde ante Dios; dice: "donde esté
tu tesoro, allí está también tu corazón" (Mt
6,21), acumular riquezas lleva a que el corazón se aleje cada vez
más del tesoro de Dios;
-
La preocupación por los pobres está
en el corazón del mensaje del Evangelio y, por lo mismo, ha de estarlo
en la preocupación de la iglesia y de la vida religiosa. Además,
la solidaridad económica (koinonía) es una forma necesaria
de amor fraterno;
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Ante las tentación de poder y riquezas,
Jesús rechaza el postrarse ante ellas y responde "Adorarás
al Señor tu Dios y sólo a él darás culto" (Lc
4,8):
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La actuación de Jesús a favor
de los pobres
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CENTRALIDAD del anuncio del Reino de Dios
en Jesús
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Jesús no sólo predicó
la venida del reino de Dios, sino que manifestó concretamente
el reino de Dios con sus prácticas,
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El anuncio del reino de Dios constituye el
mensaje central de Jesús. Desde este anuncio, el conjunto
de la predicación de Jesús adquiere su fundamento, su sentido
y urgencia.
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El PRIVILEGIO de los POBRES en el Reino
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Los textos (sinópticos):
-
para designar a aquellos que llamamos pobres,
los textos de los evangelios usan el término habitual ptóchos,
encontrado veinticuatro veces. Según J. Dupont, estos textos
"no suponen ninguna idealización de la pobreza: se limitan al punto
de vista económico al hablar de los pobres como de desgraciados
que necesitan ayuda material";
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de estos veinticuatro usos de la palabra pobre,
cinco se refieren explícitamente al privilegio de los pobres en
el reino:
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Lc 4,18: "El Espíritu del Señor
está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres
la Buena Nueva". Marginados por la sociedad civil y religiosa, los
pobres ocupan el centro mismo del anuncio del reino hecho por Jesús.
Por esto, en la sinagoga de Nazareth, Jesús se presenta como el
Mesías que viene a realizar las esperanzas de los pobres suscitadas
y alimentadas por los profetas a lo largo de los siglos.
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Mt 11,5; Lc 7,22: "se anuncia a los pobres
la Buena Nueva" (en respuesta a los enviados del Bautista). Evangelizando
a los pobres, afirmando su prioridad como destinatarios de la buena nueva
del reino, más aún que haciendo milagros, Jesús da
la garantía más segura para reconocerlo como enviado de Dios.
Sus mejores cartas credenciales de presentación son por lo tanto
las acciones concretas a favor de los necesitados, culminando en la evangelización
de los pobres.
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Mt 5,3 ; Lc 6,20. "Bienaventurados los
pobres, porque vuestro es el Reino de Dios" (primera bienaventuranza
del sermón de la montaña). Las bienaventuranzas son evangelio
(buena noticia) en primer lugar para los pobres. Jesús anuncia el
reino de Dios a los pobres, que están hambrientos, que son los afligidos,
los que lloran.
b) ¿Por qué los pobres
son los
privilegiados del anuncio del Reino?
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La razón última de este privilegio
hay que buscarla en Dios mismo. Porque "cuando el pobre invoca
al Señor, Él lo escucha y lo salva de todas sus angustias"
(Sal 34,7). De forma distinta a los poderosos de la tierra, Dios se
pone de parte y del lado del pobre, del que es víctima de los malhechores,
de los perseguidos por esta sociedad que oprime al débil. Él
ama a quien está atrapado por el sufrimiento. La comprensión
de Dios hacia ellos no es intelectual ni sentimental meramente, sino solidaria
de manera eficaz al ponerse de parte del débil encarcelado en sus
angustias: "Tú oías mi voz suplicante, cuando clamaba
a ti" (Sal 31,23);
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Dios se acuerda eficaz y creativamente de
los pobres. Su grito de dolor mantiene a Dios atento al sufrimiento y los
atiende, "Él no olvida jamás al pobre, ni la esperanza
del humilde perecerá" (Sal 9,19);
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Los rechazados de la sociedad, los ignorados
y despreciados, los indigentes, los despojados de su dignidad son aquellos
a los que Dios escoge y levanta con sus manos. Este es el reino de Dios
inaugurado, proclamado y ofrecido por Jesús a los excluidos, a los
leprosos, a los pecadores, a los pobres, "Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre" (Sal 113,7);
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En el juicio final los hombres seremos juzgados
según la misericordia y la atención prestada a los más
necesitados de comida, de bebida, de acogida, de vestido, de visita, de
compañía (Mt 25,35-36).
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"Dichosos los pobres"
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Se entra en el reino de Dios en la medida
que se va experimentando el desprendimiento de los bienes. Esta es la condición
previa y necesaria. Para ir detrás de Cristo, en su seguimiento,
es preciso ir dejando todo por Él y dándolo a los pobres
(Lc 18,22);
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Ser pobre es la manera de ser cristiano. Anunciar
el evangelio a los pobres, rescatarlos, es señal del reino, "¿acaso
no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como ricos en la
fe y herederos del reino que prometió a los que le aman? (Sant.
2,5);
-
Los religiosos hemos escogido vivir para el
reino, descubierto en Jesús pobre, libre y entregado al Padre y
a los pobres, que Él ama preferentemente;
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El amor a la riqueza no es ni cristiano ni
evangélico. Sólo un ser pobre y un vivir pobre es capaz de
acercarse y a mar a los pobres;
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Con Cristo, Dios nos manifiesta el carácter
gozoso de la Buena Noticia: "Dichosos vosotros, los pobres, porque vuestro
es el Reino de Dios" (Lc 6,20);
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Ya desde el comienzo, los primeros cristianos
unían la dimensión comunitaria y eucarística;
ya que partían el pan y lo compartían con los necesitados
(cf. Hch 2,44-47).
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Implicaciones personales y congregacionales
Siguiendo la enseñanza del Evangelio
en la cuestión de la pobreza y leyendo el reto que plantea la Iglesia
a este respecto (en palabras de Juan Pablo II) nuestra Congregación
debe concretar este desafío de la economía y Reino de
Dios en implicaciones concretas:
-
La exhortación apostólica Vita
Consecrata:
a En el número 82 escribe el
Papa: Predilección por los pobres y promoción de la justicia
-
En los comienzos de su ministerio, Jesús
proclama, en la sinagoga de Nazaret, que el Espíritu lo ha consagrado
para llevar a los pobres la Buena Nueva, para anunciar la liberación
a los cautivos, restituir la vista a los ciegos, dar la libertad a los
oprimidos, y predicar un año de gracia del Señor (cf. Lc
4, 16 19).
-
Lo que trae como consecuencia que cada
Instituto, según su carisma específico debe adoptar un estilo
de vida humilde y austero, tanto personal como comunitariamente. Las personas
consagradas, cimentadas en este testimonio de vida, estarán en condiciones
de denunciar, de la manera más adecuada a su propia opción
y permaneciendo libres de ideologías políticas, las injusticias
cometidas contra tantos hijos e hijas de Dios, y de comprometerse en la
promoción de la justicia en el ambiente social en el que actúan...
-
Con lo que se concluye que servir a los
pobres es un acto de evangelización y, al mismo tiempo, signo de
autenticidad evangélica y estímulo de conversión permanente
para la vida consagrada,
b) En el número 89, el Santo Padre
plantea e reto de la pobreza
-
desinteresado de las exigencias y los sufrimientos
de los más débiles y carente de cualquier consideración
por el mismo equilibrio de los recursos de la naturaleza. La respuesta
de la vida consagrada está en la profesión de la pobreza
evangélica, vivida de maneras diversas, y frecuentemente acompañada
por un compromiso activo en la promoción de la solidaridad y de
la caridad...
c) En el número 90, escribe sobre
la pobreza evangélica al servicio de los pobres
-
En realidad, antes aún de ser un
servicio a los pobres, la pobreza evangélica es un valor en sí
misma, en cuanto evoca la primera de las Bienaventuranzas en la imitación
de Cristo pobre. Su primer significado, en efecto, consiste en dar testimonio
de Dios como la verdadera riqueza del corazón humano. Pero justamente
por esto, la pobreza evangélica contesta enérgicamente la
idolatría del dinero, presentándose como voz profética
en una sociedad que, en tantas zonas del mundo del bienestar, corre el
peligro de perder el sentido de la medida y hasta el significado mismo
de las cosas...
-
Se pide a las personas consagradas,
pues, un nuevo y decidido testimonio evangélico de abnegación
y de sobriedad, un estilo de vida fraterna inspirado en criterios de sencillez
y de hospitalidad, para que sean así un ejemplo también para
todos los que permanecen indiferentes ante las necesidades del prójimo...
(el subrayado es mío).
-
La Bula papal Incarnationis Mysterium
de convocación del Gran Jubileo 2.000, en el número
12 dice:
-
Un signo de la misericordia de Dios, hoy
especialmente necesario, es el de la ´caridadª, que nos abre
los ojos a las necesidades de quienes viven en la pobreza y la marginación.
Es una situación que hoy afecta a grandes áreas de la sociedad
y cubre con su sombra de muerte a pueblos enteros. El género humano
se halla ante formas de esclavitud nuevas y más sutiles que las
conocidas en el pasado y la libertad continúa siendo para demasiadas
personas una palabra vacía de contenido...
-
Se han de eliminar los atropellos que llevan
al predominio de unos sobre otros: son un pecado y una injusticia. Quien
se dedica solamente a acumular tesoros en la tierra (cf. Mt 6, 19), ´no
se enriquece para Diosª (Lc 12, 21)...
-
No se ha de retardar el tiempo en el que
el pobre Lázaro pueda sentarse junto al rico para compartir el mismo
banquete, sin verse obligado a alimentarse de lo que cae de la mesa (cf.
Lc 16, 19-31)...
-
El Jubileo es una nueva llamada a la conversión
del corazón mediante un cambio de vida. Recuerda a todos que no
se debe dar un valor absoluto ni a los bienes de la tierra, porque no son
Dios, ni al dominio o la pretensión de dominio por parte del hombre…
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Riteniamo importante accogliere e accettare
un’economia biblica-evangelica che ci spinga a considerare i beni che abbiamo
come destinati a tutti, che ci aiuti a non arricchirci, che ci faccia vicini,
solidali, accoglienti, sensibili ai disagi e alle sofferenze di chi é
ai margini; tenere viva la speranza ricordandoci che l’unica nostra sicurezza
é il Padre che è nei cieli e che non serve a nulla guadagnare
il mondo se perdiamo la gioia di essere figli di Dio e discepoli di Gesú.
Proposte
Considerando il messaggio
evangelico sull’economia e la povertá che Gesú chiede ai
suoi discepoli, è evidente che l’economia di mercato, così
come oggi è praticata, è contraria al Regno di Dio; e noi
ne siamo frequentemente partecipi.
Di qui le nostre proposte:
Responsabilità nella gestione
del denaro e dei beni.
I beni che gestiamo non sono nostri:
Dio ha posto queste ricchezze nelle nostre mani grazie alla generositá
di amici e benefattori che ce li affidano perchè li usiamo secondo
i criteri del Regno. Sappiamo che i massicci investimenti nell’economia
di mercato avvengono grazie alle grandi banche e imprese finanziarie che
badano più al profitto che all’eticitá delle operazioni.
Non possiamo, irresponsabilmente, affidare i beni che gestiamo a questi
soggetti.
È necessario collocare le nostre
risorse in investimenti (e se non ci sono possibilità attualmente
concrete e viabili, bisogna trovarle) che siano affidabili per la trasparenza
e l’eticità; questo, poi, non ci esime dal chiederci se la presenza
di tanti depositi bancari sia coerente con il Vangelo della Provvidenza.
Nella stessa linea, dobbiamo avere il coraggio
di rinunciare ad opere, investimenti ed azioni nelle quali siamo impegnati
e ci sembrano contrari alla giustizia e alla pace e non corrispondono alle
scelte evangeliche per i poveri.
Una delle nostre risorse è anche
il tempo che abbiamo a nostra disposizione: anch’esso va usato con responsabilità.
Condivisione nella Congregazione.
La giustizia e la condivisione vanno promosse
prima di tutto all’interno della Congregazione, procurando che le provincie,
regioni e distretti più ricchi aiutino i più poveri: non
possiamo accettare che il divario che, a livello economico, condanniamo
fra Nord e Sud del mondo, venga accettato all’interno della Congregazione.
Lo scambio (che implica un arricchimento
reciproco) e la condivisione non può fermarsi ai capitali economici:
i nostri capitali sono soprattutto le persone. Tale scambio non va gestito
soltanto a livello centrale, ma attraverso la responsabilizzazione e il
coinvolgimento delle comunità locali e delle provincie. In un momento
in cui le Provincie tendono a chiudersi per la precarietá delle
vocazioni, riaffermiamo che "è donando che si riceve".
Priorità della formazione.
Sensibilizzare tutti i membri della Congregazione
perchè si preparino a lavorare nell’area sociale come parte integrante
e fondamentale della spiritualità e vocazione dehoniana: é
un compito della formazione permanente nel nostro istituto.
In riferimento al tema della Conferenza
riteniamo importante:
-
Non scindere la povertá individuale
da quella comunitaria;
-
Ricercare, là dove è possibile,
l’autofinanziamento: il povero lavora per mantenersi;
-
Vivere in prima persona e responsabilmente
la gestione dei beni;
-
Evitare la mentalitá del mantenuto
che purtroppo assumono anche i religiosi che provengono da famiglie povere:
anzichè diventare promotori della dignitá dei poveri diventano
piccolo-borghesi;
-
Inserire i giovani nei movimenti che si interessano
di Giustizia e Pace e avviarli a scelte missionarie e sociali.
Ecumenismo e attenzione internazionale.
Fa parte della nostra tradizione dehoniana
partecipare attivamente alla vita degli organismi e dei movimenti che promuovono
la Giustizia, la Pace e la salvaguardia del creato, portandovi dentro la
testimonianza evangelica. Urgente appare oggi unirsi agli sforzi che promuovono
la riforma dell’ONU perchè sia realmente un’organizzazione a servizio
della pace e dello sviluppo dei popoli: senza un efficace organismo internazionale
che garantisca il rispetto dei più deboli e la cooperazione, non
si vede come si potrá arginare la deriva liberista che spesso si
fa forte degli interessi nazionalistici.
In questo impegno uniamo i nostri sforzi
con tutti quelli che credono in Cristo: il nuovo cammino ecumenico di "Giustizia,
Pace e Salvaguardia del creato" testimonia che la fede in Dio è
al servizio dell’unitá dei popoli e della pace. La fede e la religione
non siano piú causa di discordie e di guerre, ma di unione e di
amore.
Auspichiamo che il lavoro di sensibilizzazione,
proprio della Conferenza generale, venga riproposto alla fine della Conferenza
stessa nelle Provincie e nelle comunità, affinchè esse possano
giungere a scelte economiche operative conformi alla nostra fede.