MEMORIA STORICA

LOS CATOLICOS EN LA INDIA, DEL 1577 AL 2000

Javier López Andoño, scj

1577-1599 - Diamper

Si como queda dicho (cf. Dehoniana 99/3, 89-97), en la primera mitad del siglo XVI, obispos nestorianos no habían podido llegar a la India, en 1577 el arzobispo nestoriano Abrahán, residente en Angamale, cerca de Cochín, había sido enviado por el patriarca nestoriano de Bagdad. El arzobispo Abrahán, para obtener más fácilmente la protección de los portugueses se había sometido a Roma.

El p. Valignani, provincial de los jesuitas, no quiso dejar perder tan buena ocasión; al momento mandó que se comenzase una misión en todos los poblados. El fruto fue muy halagüeño, pues muerto el arzobispo Abrahán, el archidiácono que durante la sede vacante regía la Iglesia, como rabioso nestoriano, quiso reducir su grey a la antigua obediencia del patriarca nestoriano e interdijo las iglesias de los sacerdotes latinos. En estas circunstancias intervino el arzobispo de Goa, Aleixo de Meneses. Su intervención desde 1590 impidió la apostasía y el año 1599 se celebró bajo su presidencia el célebre Sínodo de Diamper.

Una versión del Sínodo de Diamper: “La comunidad malabar ofrecía especialmente en la liturgia algunas deficiencias, fruto del obligado aislamiento de Roma y del contacto con iglesias del Medio Oriente no plenamente ortodoxas. Se pretendía subsanar estas deficiencias. Un catecismo malabar ayudaría a profundizar en la fe. El arzobispo de Goa se reservaba la elección, para diócesis malabares, de prelados latinos”.

Otra versión del Sínodo de Diaper: “El arzobispo de Goa, Alejo de Meneses, ha constreñido a los indios a destruir los libros litúrgicos y a reformar la liturgia y la vida espiritual en la línea de la Iglesia latina, a aceptar su jurisdicción y su derecho a nombrar obispos”.

Sea por tales intervenciones, sea por algunas imprudencias en el gobierno, sea por la política latinizante, sea por las ambiciones de las familias de los archidiáconos, los cuales prácticamente habían poseído la dirección de la comunidad malabar hasta la Institución de los Obispos, lo cierto es que fue creándose un malestar cada vez más profundo hasta resolverse el año 1653, bajo el arzobispo Francisco García, en abierto cisma. Tomás de Campo, archidiácono, fue declarado obispo por doce “catanares” (sacerdotes), siendo depuesto el arzobispo. Éste trató, por todos los medios, de hacer volver al buen camino a los insurrectos; todo fue vano. Más aún, arrastraron consigo prácticamente a toda la comunidad malabar. El cisma estaba consumado.

El prelado acude a Goa, pero su intervención no dio resultado. Entonces el arzobispo acude a Roma exponiendo el caso directamente al Papa.

Decisión de Roma

El Papa dio al asunto toda la importancia que se merecía y optó como solución más oportuna por enviar operarios ajenos al conflicto.

Alejandro VII pensó en los carmelitas descalzos. La elección estaba sugerida por cartas de los mismos Malayalis que recordaban con complacencia a los carmelitas llegados de Goa en 1642, y porque los carmelitas, trabajando en jurisdicción del Patronato portugués habían dado muestras de secundar las directrices del Papa.

Los carmelitas no salían de Lisboa sino que eran enviados por Roma; la misión recibida del Papa no era primordialmente convertir infieles sino lograr la unión de los cristianos separados. Para asegurar el resultado de la misión, en aquellos tiempos de peligrosos viajes, se designó a dos Comisarios Apostólicos en doble partida. El p. Jacinto y el p. Marcelo harían su viaje por mar, vía Lisboa. El p. José Sebastiani y el p. Vicente harían su viaje por tierra por la otra ruta: Siria, Mesopotamia, India. Los dos Padres que hacían su viaje por mar permanecieron en Lisboa durante un año; serían los de tierra los que llegaran antes a su destino, si bien su viaje duró exactamente un año y el relato del mismo llega a ser novelesco.

Los carmelitas descalzos

Ya en el Malabar no tomaron tiempo de descanso. Se dirigen al lugar residencial del usurpador archidiácono. Se percatan de la difícil papeleta que tienen entre manos. Todos los argumentos posibles no hacen mella en el archidiácono que no quiere ver la invalidez de su situación ni menos someterse al Prelado. De hecho se trata de un hombre ambicioso que resueltamente se adhería a su postura cismática. Entretanto los carmelitas presentan los Breves Pontificios al Capítulo de Cochín y al arzobispo de Goa y se mueven por varias iglesias sembrando la semilla de la reunión.

Se celebran parciales reuniones con sacerdotes (kasanares) aunque todo es en vano. Mas a los ocho meses se logra un resultado tangible. Se reúne un buen número de sacerdotes cerca de Cochín y 43 Iglesias hacen declaración de adhesión al Romano Pontífice y rompen sus lazos con el archidiácono. Había una salvedad en aquella declaración: no querían saber nada con el arzobispo. El Comisario carmelita, que tenía la misión de volver a los fieles al legítimo arzobispo pero con instrucciones de que, si esto no fuera posible, al menos consiguiera la unión con Roma, aceptó la declaración.

El p. José Sebastiani, Comisario, en viaje a Roma para dar cuenta de sus gestiones y problemas, es nombrado Administrador Apostólico y consagrado Obispo en el Vaticano, secretamente, para no causar susceptibilidad en el Patronato Portugués. Es preciso recordar las dificultades que para la organización de las Misiones surgieron del sistema del Patronato y de la Congregación de Propaganda Fide.

Recibido al regreso en Cochín reanuda sus visitas a las parroquias y consigue que otras trece Iglesias se unan a Roma. Solamente quedaban 33 adictas al archidiácono, al que no logró persuadir para que se reconciliara con la Iglesia católica.

Los holandeses en la India

Cuando ya podía preverse un retorno total acaece la conquista de la costa malabárica por los holandeses, de confesión calvinista. En lucha continua comercial y militar, hacía años que venían conquistado las pequeñas posesiones de Portugal en la costa del sur. En 1662 caían en manos de los holandeses Cranganor, sede de los malabares y Cochín, último baluarte portugués. El primer efecto de la llegada de los holandeses fue la expulsión inmediata de los misioneros, entre estos Mons. Sebastiani, el obispo carmelita de la reconciliación.

Pero calmada la primera furia de destrucción salvaje de iglesias y monumentos católicos creyeron más conveniente para sus explotaciones económicas crear un “modus vivendi” amistoso con los católicos de la región.

Salen de Roma para Malabar cuatro misioneros carmelitas. Después, a lo largo del siglo XVIII la venida o el relevo de los misioneros puede hacerse sin dificultades pero con condiciones; el Gobierno holandés dio licencia para permanecer en las regiones de la India a los carmelitas descalzos con tal de que éstos no pertenecieran al Patronato Portugués, sino que fueran belgas, alemanes o italianos.

Hacia el objetivo final

Los malabares no desesperaban de conseguir prelados propios de su mismo rito. En 1778 enviaron a Roma dos sacerdotes, José Kariatil y Tomás Paremmakal, de los que el primero fue designado arzobispo de Cranganor, pero fallecía en Goa en 1786 cuando iba de regreso al Malabar. Le sucedería el segundo, sin consagración episcopal, y como administrador apostólico de la archidiócesis. Moría en 1799. Durante su mandato pasaron a su jurisdicción casi todos los católicos malabares. En 1838 Gregorio XVI suprimía las sedes de Cranganor y de Cochín; todos los católicos malabares quedaban anexionados al Vicariato Apostólico carmelitano de Verápoli. Naturalmente soportaban del mal grado le sujeción a una Jerarquía latina e hicieron tentativas de proveerse de prelados propios mediante el Patriarca caldeo católico José Audo VI. Éste, aun contra las disposiciones de Roma, les envió un obispo caldeo, Mar Tomás Rokos. Fue desautorizado por la Santa Sede y hubo de regresar a Mesopotamia. Nueva tentativa en 1874 con el envío del obispo Mar Elías Mellus que se negó a obedecer las órdenes de Roma y por su cuenta formaba una nueva comunidad malabar, disidente, que existe aún, con unos 5.000 adeptos, llamados mellusinos.

Pero los católicos malabares seguían suspirando por obispos de su mismo rito. Esta condición latina de una Iglesia de rito oriental perduraría hasta 1887, año en que se erigían dos vicariatos apostólicos que comenzaron también siendo de rito latino en sus pastores, pero que en 1896 quedaron cubiertos con los primeros obispos orientales, nombrados por León XIII para aquellos vicariatos malabares. Finalmente en 1923 se constituía la Jerarquía residencial con una Provincia eclesiástica malabar y en 1956 se reorganizaba en dos provincias eclesiásticas Ernakulán y Changanacherry con sus correspondientes sufragáneas.

Así quedaba definitivamente resuelta la cuestión siro-malabar que tantos vaivenes había sufrido y tantas perturbaciones había causado durante más de tres siglos.

Los malankares

Los malankares constituyen una Iglesia católica de rito oriental unida a Roma en 1930. Procede del grupo de cristianos jacobitas separados de la unión con Roma en 1635 y que adoptaron el rito siriaco-antioqueno. Desde finales del siglo se venía notando cierta intranquilidad entre los jacobistas del Malabar; incluso su metropolita Dionisio manifestó deseos de unión con Roma, aunque falleció antes de poder realizarlos. En 1919 uno de sus sacerdotes, el luego famoso obispo Mar Ivanios, fundaba en Bethania una confraternidad religiosa bajo la advocación de la Imitación de Cristo, en sus dos ramas, masculina y femenina. En 1925 era consagrado obispo, y al año siguiente, durante un sínodo de obispos jacobitas, insistió en la necesidad de unirse a Roma, tanto más que sus libros litúrgicos admitían el primado romano. El Sínodo le autorizó ponerse en contacto con el Vaticano, pero con la condición de mantenerse el rito antioqueno y de que sus obispos conservaran las sedes y el oficio pastoral. La Santa Sede aceptó ambas condiciones, pero de los cinco obispos solamente dos se decidieron a dar el paso definitivo: el propio Mar Ivanios y un religioso suyo consagrado obispo de Tiruvalla. El 20 de septiembre de 1930 hicieron la profesión dentro de la Iglesia católica y comenzaba así la nueva Iglesia unida, llamada Malankar, para distinguirla de la otra llamada Malabar.

El rito de la Iglesia Malankar es siríaco-antioqueno o siro-occidental, el de la Iglesia Malabar es el siríaco-armenio o siro-oriental.

En la actualidad

Por vez primera en la historia el presidente de la Conferencia de obispos católicos de la India es un obispo del rito minoritario siro-malabar: Mons. José Powathil, arzobispo de Changgannacheri, en Kerala. Para los observadores esta elección es un signo importante de reconciliación y de aceptación mutua entre los ritos católicos de la India.

Mons. Powathil, al que algunos critican de “chauvinismo” a propósito del rito oriental ha intentado puntualizar y al mismo tiempo tranquilizar a sus detractores. “Muchos me reconocen como el que ha combatido por la independencia de las Iglesias en la India. Nosotros tenemos tres ritos, es un hecho histórico. Cuando yo he descubierto el problema de los ritos orientales en la India nunca lo he hecho para faltar al respeto ni para degradar a la Iglesia de rito latino”.

El honor que ha recaído en la Iglesia siro-malabar con este nombramiento o elección llega en un momento de tensiones entre esta Iglesia y su hermana latina y aún dentro de la misma Iglesia siro-malabar. Tensiones debidas a problemas litúrgicos y a la cuestión de la misión.

En una carta particular se expresaba el punto de vista de los siro-malabares o al menos de una parte de ellos: “Las cifras nos muestran la inmensidad de la labor misionera en este país. 14 millones de católicos, 453 millones de paganos. Existe un prejuicio en todo el país, sobre todo en el norte, según el cual la extensión del cristianismo en la India se debe a la ayuda del colonialismo europeo. Presentado bajo la forma de un cristianismo occidental, con un culto en latín y costumbres cristianas y sociales occidentales, la Iglesia es considerada como extranjera en la India. Por el contrario, la liturgia sirio-oriental de la Iglesia siro-malabar que procede de Mesopotamia y de Persia y se ha adaptado a la mentalidad india representa un modo de vida asiático y coincide con muchos puntos de vista comunes con la religiosidad india, hasta llegar a formar parte integrante de la cultura y de la herencia de nuestro país. Por otra parte, la Iglesia siro-malabar está en posición ventajosa para el desafío de la obra de evangelización. Para conseguir este fin, es necesario que la Iglesia siro-malabar tenga la libertad de trabajar libremente en todo el país y no solamente en el Estado de Kerala y algunos otros territorios. El camino no es fácil porque las dificultades en esta línea viene de la oposición de los católicos no orientales en la India. Los católicos de rito latino no quieren que los obispos de rito oriental se ocupen de las necesidades espirituales de sus feligreses que actualmente viven en territorio de jurisdicción latina, y tampoco quieren que la Iglesia siro-malabar extienda su obra misionera a lugares aún no evangelizados.

1996 - Sínodo

Se ha celebrado en Roma, del 8 al 15 de enero del presente año, el Sínodo de la Iglesia siro-malabar. Cuestiones relativas a misiones, liturgia y seminarios eran los puntos principales a tratar. Se había llegado a la clausura de la asamblea, el día 15 de enero, sin conseguir un acuerdo común. Una última reunión, el día 16, ha permitido llegar a una conclusión temporal.

En los referente a las misiones se trataba del cuidado pastoral de los fieles de su Iglesia fuera de Kerala y aún de la India donde pueden encontrarse en minoría. A la luz del Sínodo se ha llegado a un acuerdo significativo. Algo semejante ha ocurrido en lo referente a los seminarios. No así en materia de liturgia. Parte de los obispos son partidarios de una liturgia fiel a la antigua tradición de su Iglesia de Siria y de Malabar. La mayoría episcopal, en cambio, desea la incorporación de las novedades del Concilio Vaticano II a la liturgia siro-malabar; ésta es una liturgia solemne, pero prolija, que resulta a veces excesivamente larga para el ritmo de vida moderna y la participación de los fieles.

Al no llegar a un punto de convergencia se ha mantenido el “status quo” durante dos años más, y se ha determinado la creación de un centro de estudios litúrgicos. Al cabo de dos años se reanudará el diálogo en un nuevo Sínodo con la esperanza de llegar a un entendimiento mayoritario.

Ut unum sint

Nuestros Hermanos scj, que han abierto la primera misión de la Congregación en la India, tendrán como primordial objetivo la evangelización, el anuncio de la Buena Nueva, a la inmensa mayoría, un 97,50% de sus habitantes que aún no forman parte de los seguidores de Cristo. Promoverán el fomento de vocaciones en un campo que se abre fértil para el incremento de la Congregación en su tarea de evangelización de aquel inmenso país.

Pero se abre al mismo tiempo un objetivo, quizás inesperado hasta el momento de comenzar la misión: el de trabajar para hacer realidad el lema evangélico que tanto impactó al p. Dehon: “Ut unum sint”, con una aplicación concreta a los católicos de los tres ritos que componen la Iglesia católica. A lo largo de los siglos pasados hemos vista las debilidades humanas y las faltas de comprensión que han empañado las relaciones de miembros de una misma Iglesia. En el presente aún es urgente, urge la petición de Cristo: “Ut unum sint” para que el mundo crea; la unidad signo de credibilidad para los no creyentes.

Recordando las palabras de Juan Pablo II, los pastores de la Iglesia siguen necesitando un alto grado de santidad y sabiduría para la edificación de la paz y de la fraternidad entre los seguidores de Cristo.

Que el carisma dehoniano de la unidad sea uno de los frutos más fecundos del apostolado scj en la India.