MENSAJE A TODA LA CONGREGACIÓN
Y A LA FAMILIA DEHONIANA
PARA LA FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESUS

Recife, 26.05.2000
Prot. N. 114/2000

 

Introducción

Los Superiores Mayores de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús juntamente con los miembros de la Comisión Económica General, los representantes de los ecónomos y de los promotores de Justicia y Paz, reunidos en la VI Conferencia General de la Congregación en Recife (Brasil), desde el día 16 al 26 de mayo del 2000, para tratar el tema Economía y Reino de Dios, preparada con la participación de todos los miembros de la Congregación, os presentamos las conclusiones y propuestas de la Conferencia, que nos invitan a un compromiso más profundo, concreto y decidido para que "El Reino del Corazón de Jesús sea implantado en las almas y en las sociedades"(Le Règne, n. 1, pp 1-13: "Notre programme").

Todos los años, con ocasión de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, el P. General y Consejo acostumbran a enviar una carta de felicitación. Al estar este año reunidos en Conferencia General, nos ha parecido a todos que las conclusiones y propuestas de Recife sean nuestro texto del mensaje. Han sido unos días tan intensos de trabajo, y ricos en experiencias, que queremos compartirlas con vosotros de la forma más amplia posible. Esto traerá como consecuencia que el mensaje sea más largo y más técnico, pero creemos que servirá para la meditación y la reflexión, y para estimularnos a dar continuidad a la Conferencia en nuestras Provincias, Regiones, Distritos y Comunidades religiosas.

Inspirados y animados por el Corazón de Jesús, estamos invitados a colaborar y a comprometernos por una sociedad más justa y solidaria, en la que todas las personas, y de modo particular los más desfavorecidos, tengan posibilidades y condiciones de vivir dignamente.

I. Realidad y expectativas

Empezamos nuestra Asamblea con temor y temblor, porque los temas a tratar eran difíciles y podíamos caer en generalidades y bellas ideas pero nada prácticas. La sensación de nuestra pequeñez fue grande; pero desde el principio hemos querido trabajar decididamente con el fin de llegar a conclusiones concretas y realizables.

Llamado a la acción

En efecto, procediendo nosotros de todas las partes del mundo, sin desconocer el potencial positivo que puede tener la globalización, somos concientes de la trágica realidad de un sistema económico mundializado que obra dentro y fuera de todas las fronteras, y al margen de una regulación social, jurídica y ética. Operando sin restricciones, la economía de mercado está en la raíz de muchas exclusiones, desajustes y empobrecimientos que aquejan a gran parte de la humanidad. No podemos quedarnos sin hacer nada, pensando que la realidad de la economía nada tiene que ver con nosotros. De hecho, la Congregación está ya presente en muchos lugares y obras donde se trabaja por la promoción humana, la mejora de viviendas, la defensa del medio ambiente y la lucha para cambiar las estructuras económicas y políticas que causan y mantienen esta situación, tan triste, en la que se encuentran muchos hermanos nuestros.

Afirmamos que intervenir en esos campos es parte de nuestro ser religioso-dehoniano en el mundo de hoy.

Acción conjunta

Pensamos que las actividades y los programas de acción que aquí indicamos, pueden ser desarrollados en conjunto, tanto dentro de la Congregación como en colaboración con otras instituciones de la Iglesia y de la sociedad. Nuestra contribución propia y típica será la de la espiritualidad del Corazón de Jesús, que nos llama a ser constructores de la paz y de la reconciliación, de la justicia y de la solidaridad en la sociedad.

Acción solidaria

En el contexto del neoliberalismo, de la globalización, de la crisis de valores humanos, sentimos fuertemente la necesidad de desarrollar, profundizar y asumir una antropología de la solidaridad. Los sistemas económicos, políticos, sociales, etc., a lo largo de la historia, son concreciones de ciertas concepciones que se tienen de la persona humana. Hoy, en los esfuerzos y tentativas de buscar alternativas a los sistemas corrientes, se abre paso una línea de pensamiento que se centra en la persona humana solidaria, empeñada en humanizar todas sus actividades.

Sus políticas de acción estan inspiradas en la colaboración o coordinación de esfuerzos. Para eso, privilegian los principios de solidaridad y subsidiariedad entre los organismos ya existentes y operantes.

Acción sobre las personas y las estructuras

Sabemos que los sistemas no existen ni obran por si mismos. Quien los crea y los hace obrar son las personas. Y esas personas pueden ser influidas y orientadas.

Sentimos que nuestro servicio debe actuar sobre las personas y sobre las estructuras, comenzando por nosotros mismos y por nuestra institución congregacional, hasta operar sobre el ambiente y la realidad que nos rodea. En efecto, la originalidad del mensaje cristiano parte de la conversión del hombre, que a su vez exige un cambio de estructuras.

Nosotros confiamos en que las cosas han de mejorar con la colaboración de todos.

II. Una mirada teológica

Dios crea para dar vida

La economía depende de la visión del hombre o antropología que tenga cada sociedad.

En la antropología bíblica Dios es el que tiene la iniciativa. Es el primero (Dt. 6,4). Pero es un "primero" muy particular. Dios crea la vida para dar vida. No crea para "beneficiarse" sino para "darse".

Podríamos decir que la creación es la primera fase del abajamiento de Dios. Un Dios Padre que se abaja y queda afectado por la creación. Desde el inicio quiere instaurar su Reino y para eso crea saliendo de Sí y entregándose.

El Hijo, hombre para los demás

Esta entrega de Dios se hace definitiva en la encarnación del Hijo (Jn 13, 16). La encarnación es la segunda fase del anonadamiento de Dios. Ahora es el Hijo el que se desviste de su dignidad (Fl 2, 6-11) y se hace uno como nosotros.

La historia de Jesús de Nazaret es la actuación concreta del cómo se hace y vive el Reino de Dios. Jesús lo proclama desde el inicio de su misión: "El Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en la buena noticia"(Mc. 1,15). Ese Reino es buena noticia para los pobres y oprimidos (Lc 4,18). Jesús, la verdadera imagen de Dios (Ef 1, 3-14; Col 1,15) es el hombre para los demás. Es vida entregada (1 Jn 3, 16) para que tengamos Vida en abundancia (Jn 7, 37-38; Lc 22, 19-20).

El Espíritu Santo, Vida para todos

Esta vida en nosotros es operada por el Espíritu Santo. El Don de Jesús en el momento de su entrega (Jn 10,11; 15, 12-13) es el Don de su mismo Espíritu derramado sobre toda carne (Ez 36, 24-28). Estamos ante la tercera fase del abajamiento por parte de Dios. Es el Espíritu el que inhabita en el hombre para llevarle a la plenitud en Dios (Jn 14, 15-28). Este Espíritu nos hace sentirnos hijos y hermanos (Col 3, 12-17; Ef 1,5; 5,1; Gal 4, 4-7) y despierta en nosotros sentimientos de amor a Dios y al prójimo (Mt. 10, 41-45), solidaridad (Mt, 25, 31-36), compasión (Lc. 6, 36), generosidad (Lc. 6, 38), radicalidad (Lc. 5,36).

El Reino de Dios

Dios es amor, y el Reino de Dios es este amor de Dios en acción. El hombre, imagen de Dios (Gn 1,26) es también amor participado.

La ley del Reino no es otra que el amor: "Amaos unos a otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Amor que es servicio y entrega (Jn 13). Ese servicio y entrega a los hermanos es la prueba de que obedecemos y amamos a Dios. Es la forma de hacer Reino de Dios (1Jn 3, 13-18).

Hemos de tener presente que el Reino de Dios crece junto a la cizaña. La realidad del pecado ha sido introducida por el hombre que ha trastocado el plan original de Dios.

Este pecado afecta a toda la realidad humana y social (Rom 5, 11-19). Por Jesucristo hemos sido redimidos del pecado y de la muerte. Por Jesucristo podemos cargar con el pecado del mundo y podemos superar sus consecuencias personales y sociales.

La economía del Reino de Dios no puede tener por ley el lucro, la ganancia y provecho propio. Eso es anti-Reino. La economía de este Reino tiene por única ley el amor que se traduce en justicia, compartir, darse, entrega, servicio.

El Reino de Dios es una realidad que va más allá de la historia (Mt. 25, 34) pero que atraviesa la historia y la orienta, la transforma y la conduce a plenitud. El Reino nunca es ajeno a esta historia. El Reino de Dios abre la historia a la esperanza y la llevará a plenitud en la consumación del día del Señor.

En esta historia la fracción del pan (Hch 2,42), memorial de la entrega de Cristo (1 Co 11, 24-26), es el Sacramento del Reino. En la Eucaristía se anticipa la realización de ese Reino y se vive la experiencia gozosa de la comunión y del compartir. La fracción del pan eucarístico lleva a compartir el pan de cada día y a tenerlo todo en común (Hch 4,32). La naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con Dios.

El P. Dehon y el Reino

El Padre Dehon se abre al Reino de Dios justamente desde la experiencia fundante del amor del Corazón de Jesús. Un amor que ha amado tanto que se vacía de sí mismo. Ha entregado todo lo que es para que nosotros tengamos vida abundante. La Eucaristía será para el P. Dehon el compendio de su fe y la fuente de su vida apostólica.

El Reino del Corazón de Jesús debe ser instaurado en las almas y en las sociedades. Su deseo ardiente es el "adveniat Regnum Tuum" de la oración de Jesús y de la Iglesia.

Que venga el Reino, es esperar ese Reino y a la vez saber que está ya presente aunque todavía no en plenitud. Esperar el Reino es ponerse en acción: "a trabajar". Este ponerse a la obra en favor de los pobres es la señal del amor a Dios. ¿Cómo podemos amar a Dios, a quien no vemos, si no amamos al prójimo a quien vemos? (1 Jn 4,20). San Agustín comenta las palabras del evangelista diciendo que el amor a Dios es el primero en orden de principio; el amor al prójimo es el primero en el orden del testimonio. Es así como el p. Dehon ve la intrínseca unión entre la espiritualidad y el compromiso social: "Es necesario que el culto del Sagrado Corazón de Jesús, iniciado en la vida mística de las almas, descienda y penetre en toda la vida social de los pueblos. El aportará el gran remedio a las crueles enfermedades de nuestro mundo moral... Solo Él reconquistará el corazón de las masas, el corazón de los obreros, el corazón de los jóvenes..." (Le Règne, n. 2, fév. 1889, pp. 54.57).

El P. Dehon nos invita a instaurar este Reino y podemos decir que por ese Reino vive y por ese Reino muere.

Las Constituciones y el Reino

Nuestras Constituciones recogen la experiencia fundante de la que emana nuestra vida: el amor gratuito y precedente de Dios (N. 2)

Nosotros hemos de ser desinteresados desde un amor que precede (N. 21). Esto se realiza siendo profetas del amor y servidores de la reconciliación (N. 7) instaurando el Reino de justicia y caridad en el mundo (N. 32) testimoniando el amor de Cristo en un mundo que busca una unidad difícil y nuevas relaciones entre las personas y los grupos (N. 43).

Nuestra vida debe ser una señal de que el Reino es una utopía asequible o ya iniciada (N. 38 y 39). Nuestros predilectos serán los pobres para junto con ellos luchar contra toda injusticia (N. 51).

Nuestra vida cristiana y religiosa encuentra su fuente y cumbre en la Eucaristía (N. 80). La Eucaristía repercute en todo lo que somos y vivimos convirtiendo nuestra vida en ofrenda al Padre (N. 81). Por la Eucaristía estamos llamados, de por vida, al servicio de la Alianza de Dios con su Pueblo, y a trabajar por la unidad y la paz entre todos los hombres (N. 84).

Conferencia General de Brusque

La Conferencia General de Brusque nos indica que la inspiración reparadora debe animar todo lo que somos y todo lo que hacemos. La opción preferencial por los pobres, nuestro compromiso por la justicia social, nuestras obras al servicio de los enfermos, de los ancianos son expresión clara de nuestra vocación reparadora (Brusque 22; Cst. 25).

III. Líneas fuerza de la Conferencia

Hemos contemplado el proyecto de Dios sobre el mundo, el hombre y la historia. Ahora nos disponemos a describir algunos caminos por donde podemos avanzar en la tarea de la construcción del Reino.

Los bienes son para las personas

Queremos afirmar el principio de la Enseñanza Social de la Iglesia sobre el destino universal de los bienes y del sentido de la actividad del hombre en el mundo (cf. Gaudium et Spes, nn. 69-72). Los bienes, fruto de la bondad del Creador y resultado del trabajo del hombre, adquieren sentido cuando son destinados para la persona humana y su plena realización.

Todas las personas, y de modo especial los pobres, tienen derecho a todos los bienes que necesitan para vivir dignamente. Los que tienen más bienes están llamados a la solidaridad y a condividir sus bienes con los que tienen menos o carecen de todo.

La persona humana estará siempre en el centro de nuestras preocupaciones y, las actividades y los programas que aquí promovemos, miran siempre el bien de la persona.

Los pobres y nuestro voto de pobreza, hoy

En cuanto a nuestro voto de pobreza estamos llamados a aprender a vivir con lo necesario y suficiente y a poner en común todo lo que poseemos.

Existen bienes suficientes para que todas las personas tengan condiciones de vida digna. El problema está en la distribución de los bienes. Dentro de la Congregación estamos invitados a compartir y condividir nuestros bienes a nivel de Comunidades, de Provincias, de Regiones, de Distritos y a nivel de toda la Congregación. Esta práctica favorecerá el que ninguno entre nosotros pase necesidad. El "Nosotros Congregación" está íntimamente unido a la solidaridad.

Hacia fuera de la Congregación, en las sociedades donde actuamos y vivimos, hemos de estimular y promover la misma participación y condivisión entre nosotros, los laicos y las comunidades con quienes trabajamos. Allí, en virtud de nuestra consagración religiosa, estamos llamados a colocarnos al lado y a favor del pobre de forma efectiva y eficaz buscando su promoción integral.

Solidaridad en la Congregación

El concepto de solidaridad y su práctica no podemos reducirlo al aspecto económico. La solidaridad también debe ser entendida en su dimensión social y cultural; especialmente dentro de la Congregación, conociendo otras realidades, lenguas, culturas, puesto que eso facilita la solidaridad efectiva. Como política de gobierno de la Congregación merece ser incentivado el compartir del "know-how" (conocimiento), a través del intercambio de personas, para cursos y actividades. También debe favorecerse el intercambio de informaciones entre las diversas Provincias.

Una espiritualidad en acción

Las actividades en el campo social, tanto a nivel institucional como a nivel personal, tienen su origen en nuestra espiritualidad, basada en la teología del Corazón de Jesús y en el carisma del P. Dehon. Son la puesta en práctica de algunos aspectos de nuestra espiritualidad reparadora, acentuando unas veces la misericordia, otras la justicia, la reconciliación, o la solidaridad. No son actividades o experiencias que nacen solamente desde una perspectiva sociológica de la necesidad de un cambio social. Son expresiones concretas de experiencias de fe.

Ir a las causas

Hoy los problemas sociales son mundiales y estructurales. Constituyen un verdadero pecado estructural. Un Estado solo, aunque fuese el más poderoso de la tierra, no es capaz de remediarlos. Es necesaria la concertación de aquellas fuerzas que, a través de organismos internacionales, representen los intereses y necesidades de toda la familia humana (Centesimus Annus 58).

No nos estaríamos moviendo en la línea del p. Dehon si nos limitáramos a las necesidades locales, sin ir a las causas de los males y sin presionar debidamente los centros de poder y de decisión mundial para obtener cambios radicales.

En esta dirección debemos luchar por una autoridad mundial y por organismos democráticos que garanticen la libertad, la justicia, la paz y el derecho de los pueblos.

Los dehonianos (SCJ, consagrados/as, laicos/as), en colaboración con todos los movimentos sociales católicos, ecuménicos, interreligiosos, y con todas las personas de buena volutad, nos sentimos interpelados a ser promotores de un movimiento de pensamiento y acción a la altura de nuestro tiempo.

IV. Opciones, Propuestas y Prioridades

La Conferencia General después de haber visto y juzgado la realidad quiere concretar el actuar. Desde el principio pretendimos llegar a conclusiones concretas. Son muchas las propuestas presentadas y aprobadas. Son como indicadores por donde queremos que camine la Congregación, visibilizando su espiritualidad y su compromiso cotidiano en el servicio del Reino. Tales propuestas deben orientar e inspirar nuestras actuaciones concretas en el ámbito social. Están repartidas en torno a cuatro opciones: referentes al testimonio de pobreza; a la formación y a la información en lo social; a los movimientos y organismos pastorales y sociales, y a la gestión económica.

A partir de este grande listado, sin excluir ninguno de los items mencionados, hemos creído importante extraer algunas prioridades: tres de ellas en orden al compromiso inmediato de toda la Congregación; otras tienen solo un alcance regional. Éstas últimas fueron puestas por las Provincias, Regiones y Distritos de la respectiva área geo-cultural.

Hemos concordado además expresamente el compromiso de que cada Provincia, Región y Distrito, y, dentro de ellos, cada comunidad local SCJ, establezca la prioridad pertinente que deberá mantener allí vivos los empeños asumidos por toda la Congregación en esta VIª Conferencia General.

A. Propuestas de acción

1. Sobre el Testimonio de pobreza

2. Sobre formación e información

3. Sobre Movimientos y Organismos

4. Sobre la gestión Económíca

B. Prioridades

1. A nivel de Congregación

a) Todas las Provincias, Regiones o Distritos preparen expertos en el campo social para:

b) Cada Provincia, Región o Distrito tenga un organismo (comisión, secretariado, promotor...) que, tanto a nivel interno como externo de la Congregación, incentive el compromiso con la justicia, la paz, la ecología (salvaguarda de lo creado).

c) Acordes con el espíritu del "Jubileo", en la Congregación se siga apoyando el movimiento para el perdón de la deuda externa de los países pobres.

2. A nivel de áreas geoculturales

Europa del Norte

Mantener la obra interprovincial de acogida para jóvenes refugiados en Luxemburgo.

Europa del Sur

Crear y mantener ONG y asociaciones semejantes, como una forma de apoyo al laicado y al voluntariado.

América del Norte

Adquirir productos en el mercado solidario, para favorecer una educación y conversión personal.

América del Sur

Continuar la colaboración interprovincial a nivel formativo y misionero, de acuerdo con el principio de solidaridad y del "Nosotros Congregación".

Africa

Promover la educación de la juventud, con la finalidad de formar personas maduras y preparar cuadros evangélicamente inspirados, que estén al servicio de la vida sociopolítica de nuestros países.

Asia

Realizar un encuentro del área asiática, para tratar el tema: Formación y justicia social.

3. A nivel de Parte (Provincia, Región, Distrito) y de Comunidad Local SCJ

La Conferencia General no ha terminado; no ha agotado aún su cometido. Ha de proseguir en todas las partes orgánicamente constituídas de la Congregación - es decir en todas las Provincias, Regiones y Distritos -, y en sus respectivas comunidades locales.

Es deseo de la Conferencia que también en dichos niveles se proceda a la definición, por lo menos, de una prioridad que cumpla el objetivo de la 5a. Moción del XX Capítulo General de "realizar opciones apostólicas coherentes con la dimensión social del carisma" (Doc. XVII, pag. 392); "opciones precisas de pobreza y de servicio de los pobres... creando una mentalidad, una toma de conciencia del tema (el neoliberalismo y sus implicaciones) para llegar a determinaciones prácticas y exigentes, aún acerca de nuestra gestión económica de los bienes" ("Una strada da costruire ...", n. 8).

C. Evaluación

Desde su inicio, cuando se proyectó y preparó, y en su misma realización, en la Congregación, fue tomando cuerpo el sentir común que la Conferencia General produjese:

Todo esto se arraiga en la convicción que el compromiso social es dimensión esencial de nuestro carisma, es parte indiscutible de nuestra misión SCJ, y tiene un cauce propio al interno de la Congregación. Cuanto más radical es el empeño, tanto más honda y mayor es la espiritualidad que lo inspira y sostiene, y viceversa. Así lo demuestra la experiencia del p. Fundador y de muchos cohermanos realmente empeñados.

Para que consigamos cosechar estos frutos será necesario evaluar, periódicamente, la realización efectiva de las opciones, propuestas y prioridades aquí establecidas.

Conclusión

La Conferencia General se clausura con la sensación de haber cumplido con su misión. Queremos insistir con todas nuestras fuerzas, que todas las propuestas son importantes aún cuando hayamos extraído algunas que son prioritarias. En ellas se recoge el espíritu de la Conferencia y nuestra esperanza congregacional. Son bien concretas y no son excluyentes. Otras muchas propuestas o realidades pueden estar ya operándose en la Congregación, pero queremos que éstas sean las que deben concretizar nuestros esfuerzos en los próximos años.

El hecho de que apunten hacia determinadas realizaciones no pueden hacernos olvidar que nuestra preocupación permanente es la causa del hombre, concientes que "el hombre es el camino de la Iglesia" (Centesimus Annus 53-62). Es el camino asumido por Cristo en la redención para cumplir el proyecto de su Padre y para dar la felicidad a todos los seres humanos. La misma creación alcanzará su plena liberación a partir del ser humano (Rom 8,19-22). Por tanto no puede ser distinto nuestro camino. Estamos al servicio del hombre, de todo hombre y en toda circunstancia. Nuestro horizonte es el hombre en el mundo; sus esperanzas y gozos, sus dolores y frustraciones son también los nuestros. Apuntamos al ser humano solidario con todos los miembros de su nación y de todos los pueblos de la tierra. Lo concreto nunca puede eclipsar lo universal.

A la Familia Dehoniana queremos decirles que con este mensaje les hacemos partícipes de nuestra vida. Son determinaciones para la Congregación SCJ pero en ellas hay un espíritu que puede ser compartido. Ese espíritu de servicio, de entrega y de condivisión puede ser vivido en comunión y asumido por todos. Os invitamos cordialmente a hacer camino con nosotros.

Que el Sagrado Corazón, de cuyas riquezas todos hemos recibido, sea siempre el fundamento, el origen y el término de nuestra vida. Que junto a Él y por Él sepamos ser testigos del insondable misterio del Amor de Dios y no nos cansemos nunca de ser-para-los-demás.

Nuestra Señora de la Visitación, con cuya fiesta culmina el mes de mayo, sea la estrella que nos guíe en nuestro caminar de creyentes y servidores de la justicia y de la paz.

Sus cohermanos

Miembros de la VIª Conferencia General SCJ