LA MISIÓN ECLESIAL Y CONGREGACIONAL DE LA EDUCACIÓN CATÓLICA
Dentro del tema central de este encuentro que es "el p. Dehon como educador", me ha correspondido reflexionar sobre "la misión eclesial y congregación de la educación católica". Es un tema bastante amplio y he optado por exponerle a ustedes algunos aspectos, los más relevantes y algunos novedosos, de este tema. Para ello utilizaré en forma libre, paralela y comparativa lo que señala la Iglesia hoy, a través de sus documentos, en especial, la dimensión religiosa de la Educación en la Escuela Católica y el pensamiento del p. Dehon y la Congregación sobre el particular. También me he permitido realizar críticas y preguntas, apuntando directamente a las realidades de nuestros colegios y a la Congregación.
El punto de partida es tener clara cuál es la misión de nuestros colegios católicos. "La Escuela Católica persigue, en no menor grado que las demás escuelas, los fines culturales y la formación humana de la juventud. Su nota distintiva es crear un ambiente en la comunidad escolar, animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad, ayudar a los adolescentes para que el desarrollo de la propia personalidad, crezcan en un tiempo según la nueva criatura que fueron hechos por el bautismo y ordenar, finalmente, toda la cultura humana según el mensaje de salvación. De suerte que quede iluminado por la fe, el conocimiento que los hombres van adquiriendo del mundo, de la vida y del hombre". (Gravissimun Educationes Nº 8)
A la luz de lo anterior, se desprende que la característica específica, es la dimensión religiosa que abarca todo el quehacer educativo. Cada colegio, Instituto Sagrado Corazón, San Juan Evangelista y Santa Marta, tiene o posee un Proyecto Educativo elaborado, en donde tratamos de conseguir los medios que nos permitan el logro de los dos objetivos que tiene la Escuela Católica según el Concilio Vaticano II y que son: a) conducir al hombre a su condición humana y cristiana; b) a su maduración en la fe.
Cuando uno piensa en esto y ve que en nuestros colegios hay tan poco compromiso religioso o que falta un tronco común, un ideario, un ratio studiorum que nos permita una labor más en común y efectiva, me alegra que ya estemos dando los primeros pasos. Sin embargo, hay una cuestión que es debatida a todo nivel: apoderados, profesores, alumnos, congregación: se trata del pluralismo y la libertad religiosa. El no tener claro lo que señala la Iglesia al respecto induce a error, a indiferencia y a tibieza, escondiéndonos de nuestro deber. Al respecto la Iglesia señala que debe ser respetada la libertad religiosa y de conciencia de los alumnos y familias. Es algo irrenunciable. Pero la escuela católica no puede tampoco renunciar a la libertad de proclamar el mensaje evangélico y exponer los valores de la educación cristiana. Tenemos la obligación de evangelizar todo, no sólo la cultura, sino las estructuras, la economía, las relaciones personales; debemos invitar a seguir nuestra verdad, ser valientes. Quedando en claro que exponer o proponer no equivale a imponer.
P. Dehon proclama que " la grandeza del hombre está en ser hijo creado por Dios y que debe ser llevado a su máxima perfección para ser feliz" y que esta verdad debe ser comunicada a todos los jóvenes estudiantes. Nuestro Mensaje tendrá fuerza en la medida que la proclamemos con caridad y demos respuesta y esperanza a los problemas de los jóvenes y del hombre.
Cuando uno lee cómo era la vida en el Instituto Saint Jean, comprende que el p. Dehon hacía sentir a sus alumnos y maestros como en sus casas. Y él decía que la escuela era formadora de los niños confiados por los padres y que se debe entregar una formación virtuosa, del carácter e intelectual.
Este concepto de Escuela &emdash; Casa, está enunciado brevemente en el Documento Dimensión Religiosa. En esta evolución de la escuela católica en donde primero se habla del paso de escuela institución a escuela comunidad, se nos plantea ya un nuevo desafío que también viene a entregar una pista acerca del problema que hoy viven las familias. Señala que: "muchos alumnos frecuentan la Escuela Católica desde la infancia hasta la madurez", es justo que sientan la escuela como una prolongación de su casa. Es obligación también que la escuela &emdash; casa posea algunas de aquellas características que hacen agradable la vida en un ambiente familiar feliz. ¿Cuáles son estas características? Excelente pregunta para trabajar en grupo. Y como si fuera poco señala:" y donde éste (ambiente familiar) no existe, la escuela puede hacer mucho para que sea menos dolorosa la falta del mismo". Sabemos de los problemas que tiene un gran porcentaje de nuestros alumnos; debemos aumentar los esfuerzos para nuestros colegios desde la infraestructura hasta la personalización, deba educar para que el joven sea feliz, ahora y siempre.
La situación congregacional chilena ha hecho que los colegios estén en manos de laicos, haciendo que nuestra responsabilidad sea la de ministros laicos dehonianos. Pero es fundamental que la Congregación mantenga la tuición y, sobre todo, el carisma que los motiva a existir. Al respecto el Documento "Dimensión Religiosa" señala que la mayor parte de las Escuela Católicas dependen de Institutos de vida consagrada, los cuales enriquecen el ambiente escolar con los valores de su comunidad de consagrados. La Iglesia alienta la consagración de cuantos quieren vivir su propio carisma educativo". Esto es un decidido llamado a la Congregación para que se anime a seguir con el carisma del p. Dehon, quien fundó su Congregación al amparo de un Instituto, dándose cuenta que un colegio es el mejor medio para entregar cristianos que transformen el mundo. También es cierto que la Congregación tiene otras opciones, quizás más atractivas para el mundo de hoy, pero la educación adquiere una validez importante más que nunca. Los seminaristas debieran pasar un tiempo en los colegios para que, por lo menos, supieran lo que es un colegio y así lleguen algunos a gustar de este apostolado. Nosotros los laicos aportamos nuestra competencia y el testimonio de nuestra fe en la seguridad que este testimonio laical vivido como ideal debiera ser ejemplo concreto para la vocación cristiana de la mayoría de los alumnos.
La Iglesia ha tomado con cariño a las escuelas, las ha apoyado y ha entregado directrices. Hoy se nos pide una especie de retribución cuando nos señala que a la presencia de la Iglesia en la escuela corresponde la de la escuela de la Iglesia. Esto significa que el proyecto educativo de la escuela debe estar abierto a la vida y a los problemas de la Iglesia local y universal, atento al magisterio eclesiástico. Me pregunto si nuestros jóvenes egresan, o, durante u estadía, conocen la Iglesia local y sus problemas, si se preocupan por ayudar a las parroquias o sólo viven un cristianismo escolar cerrado. Según el documento Dimensión Religiosa a los alumnos católicos, debe ayudárseles a insertarse en la comunidad parroquial y diocesana donde encontrarán la forma de adherirse a las asociaciones y movimientos juveniles.
P. Dehon, por el momento histórico, señalaba un cristianismo o una Iglesia inserta en el mundo y siempre tuvo en sus metas que era a través de la Iglesia donde el cristianismo podía realizar su misión. Y la Congregación señala: "En la Iglesia somos llamados a seguir a Cristo y a ser en el mundo los testigos y servidores de la comunión de los hombres en una comunidad fraternal".
¿Cómo hacemos esta inserción en la Iglesia? ¿O no la hacemos? ¿Qué es la parroquia para nuestros alumnos?
Llegamos a lo medular. ¿Cuál es el objetivo de nuestros colegios? ¿Qué tipo de jóvenes deseamos formar? ¿Cuáles son las características? ¿Para qué? Según el p. Dehon, el tipo de joven cristiano educado en un colegio católico debe ser un hombre integral, no tan sólo sólidas nociones de ciencia humana, sino también formar una carácter noble y fuerte; educar un cristiano es formar un hombre de corazón, de sacrificio y abnegación que se entregue a los demás.
Toda esta educación que deben recibir nuestros alumnos tiene como fin prepararlo para una misión: transformar el medio donde está inserto, anunciando y tratando de hacer realidad el Reino de Dios. En estas palabras el p. Dehon; por lo tanto, cualquiera que sea la carrera que abrazará un día, el joven educado en la enseñanza cristiana, llevara esta convicción: que él posee una influencia regeneradora de palabra y ejemplo que debe ejercer en un medio. Su educación será el instrumento para hacer el bien que debe cumplir. En el campo de acción donde la Providencia lo ponga, el cristiano será el misionero de la virtud y la viva imagen de Jesucristo. No preparamos para la universidad ni para que se mantenga el status; vamos mucho más allá; debemos preparar profetas del amor y agentes de reconciliación de los hombres a través de Cristo. Es importante resaltar que la acción social reparadora es una consecuencia de la sólida formación espiritual. Y la Congregación siguiendo a su fundador y según los signos de los tiempos y en comunión con la vida de la Iglesia, desea contribuir a instaurar el reino de la justicia y de la caridad cristiana en el mundo. El mundo de hoy, sabemos, lucha por un intenso esfuerzo de liberación: liberación de todo aquello que lesiona la dignidad del hombre y amenaza la realización de sus aspiraciones más profundas: la verdad, la justicia, el amor, la libertad.
Y la Iglesia señala que la educación de la Escuela Católica forma al hombre para su inserción en la sociedad, preparándolo para asumir un compromiso social, ordenado a mejorar sus estructuras con los principios evangélicos y hacer de la convivencia entre los hombres una relación pacífica, fraterna y comunitaria.
¿Estamos realizando esto? ¿Cómo lo estamos haciendo? ¿Tenemos conciencia de esto? ¿Estamos de acuerdo con esto? ¿Estamos entregando jóvenes, cuya formación integral tenga como meta capacitarlo para ser un agente de cambio moral y social en nuestra Patria? ¿Qué fundamentos le damos? ¿Entregamos sistemáticamente Doctrina Social de la Iglesia que lo ayude a su opción política? ¿Estamos formando seres amargos, cabezones, sin perspectiva social?
Somos los primeros responsables en crear el peculiar estilo cristiano en nuestros jóvenes y para ello, siempre se dan algunas características, que coinciden con las que entrega el Documento Dimensión Religiosa y el p. Dehon.
Para la Iglesia, la labor del profesor se manifiesta en:
Como Escuela Católica, hemos optado por una educación integral y centrada en la persona. Debemos respetar las huellas de su origen y los rasgos de su individualidad. Así, nuestros colegios no pueden limitarse a impartir lecciones, sino a desarrollar un proyecto educativo iluminado por el mensaje evangélico y atento a las necesidades de los jóvenes de hoy. Podríamos tener escuelas irreprochables en el aspecto didáctico, pero defectuosas en el testimonio y en la exposición clara de los auténticos valores cristianos. Si así fuere, revisemos nuestro proyecto global, o hagamos uno integral para todos los colegios.
Pido al Señor, que es el Maestro
por excelencia, que nos dé esa sabiduría que nos ayudará
a servirlo con mayo entrega, con mayor confianza y ruego al P. Dehon que
nos convenza de su carisma para que nuestra labor sea fructífera
en el Advenimiento del Reino de Dios.
LUIS MARCELO MORA CABELLO
Rector
San Bernardo, marzo de 1989.