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ASPECTOS FUNDAMENTALES DEL CARISMA DE LA
CONGREGACIÓN, QUE ÉSTA RECIBIÓ DE SU FUNDADOR, EL
PADRE LEON DEHON.
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El padre Dehon transmitió a los religiosos
de su Congregación su experiencia de fe, centrada en el Corazón
de Jesús.
Enseña a descubrir en
Jesús su amor sin límites por los hombres, como fuente de
salvación; urge a responder a ese amor, muchas veces rechazado,
con un amor fiel a toda prueba; y compromete a imitar ese mismo
amor de Jesús hacia los hombres.
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Observando en Jesús su actitud de amor
filial hacia Dios Padre, que lo inspiró al abandono a la voluntad
de Dios, el p. Dehon formula el lema de la Congregación: "Ecce
venio" o "Heme aquí". Este lema expresa el deseo de buscar en
todo la voluntad de Dios y de dejarse llevar por lo que Él quiere,
porque confía en sus designios amorosos.
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El primer signo de la vida cristiana es la
fraternidad entre los discípulos de Jesús. El p. Dehon exhorta
a los miembros de su Congregación a vivir lo que Jesús pidió
en la oración sacerdotal: "Sint Unum" o "que sean uno". La
vida comunitaria, basada en el diálogo, el respeto mutuo, el amor
fraterno, la solidaridad y la corresponsabilidad es parte fundamental del
carisma de la Congregación.
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El seguimiento de Jesús lleva al apostolado.
Pese a que la Congregación no fue fundada con un fin apostólico
determinado, de hecho se perfilan en el fundador y en la Congregación
ciertas preferencias, donde es posible ser profeta del amor y servidores
de la reconciliación de los hombres y del mundo, en Cristo.
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La primera preocupación del p. Dehon
y gran parte de su actividad apostólica se desarrollan en el campo
social, tanto y más problemático en la Francia del siglo
19 que actualmente en Chile. El fundador es un hombre visionario, preocupado
por formar agentes de cambio, imbuidos en el Espíritu de Cristo.
Busca a estos agentes tanto en el campo
empresarial como en el campo obrero. Es una forma de reparar la sociedad
y de instaurar el Reino de la justicia y de la caridad. Actualmente
hablaríamos de construir la civilización del amor.
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La segunda preocupación del p. Dehon
es la educativa. De hecho, la fundación de la Congregación
está unida el colegio "Institution Saint Jean" en Saint Quintin.
El fundador, durante 16 años fue su rector. Es admirable cómo
el p. Dehon, tan conocido y activo en el ámbito social, se convierte
en un educador de la juventud. Uno de sus objetivos es encontrar en la
formación de la juventud la solución del mal social: formar
líderes de la sociedad, imbuidos de la justicia y la caridad.
Podríamos decir que su meta es evangelizar la cultura.
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Las misiones son la tercera preocupación
del padre fundador. Envía a sus religiosos a los diferentes continentes
del mundo, tanto a lugares donde aún debe iniciarse la evangelización
como a otros donde hace falta profundizar y continuar la evangelización
ya iniciada. Arriesga, en más de una oportunidad, su pequeña
Congregación con su afán misionero. Con preferencia acepta
las misiones en regiones difíciles, "a las que nadie quiere ir".
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CARACTERÍSTICAS QUE EL CARISMA DE
LA CONGREGACIÓN HA FORJADO EN LOS COLEGIOS DEHONIANOS EN CHILE.
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Nuestros colegios quieren ser auténticas
comunidades.
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En su Organización: en estos
momentos los tres colegios son corporaciones, forma no muy común
en Chile. De esta manera, todos los miembros son corresponsables por el
bien común del colegio y participan activamente en sus decisiones,
tanto los padres, los educadores, los alumnos, como la Congregación.
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En su vida cotidiana: La labor educacional
se hace en equipo, conforme al proyecto educativo y dirigido por aquél
que ejerce el servicio de la autoridad.
La solidaridad se expresa especialmente
en los momentos de dolor y de alegría, cuando todos tienen un mismo
sentir, un solo corazón y una sola alma.
2.1.3. En su proyección social:
nuestros colegios quieren ser prototipos de una sociedad justa y caritativa.
Conscientemente queremos vivir la civilización del amor.
Esta experiencia de haber vivido en una
comunidad educativa será una semilla en el corazón del joven,
para que dé fruto en la sociedad de hoy y del futuro.
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Nuestra educación quiere fundamentarse
en el amor. El corazón de Cristo es la encarnación
del amor de Dios; nuestros colegios son la encarnación del Corazón
de Jesús en la historia y en el mundo.
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Nuestra educación se dirige a las personas,
quiere formar estas personas. Debe respetar su dignidad y sus derechos,
debe tomar en cuenta sus características y necesidades personales
y, por sobre todo, debe caracterizarse por la relación afectiva
entre maestro y alumno.
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Como consecuencia de lo anterior, la educación
debe ser integral, atender lo que la persona necesita para
crecer y desarrollarse plenamente. La educación de la persona no
excluye nada de lo que pertenece a la vida.
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La mayor atención educacional deben
recibir los más débiles y los más pobres, cualquiera
que sea esta debilidad o esta pobreza. Algunos lo son por sus dificultades
en el aprendizaje, otros en la adaptación social y otros por su
historia familiar.
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Nuestros colegios quieren formar a hombres
y mujeres, cultos, cristianos y agentes de cambio social.
2.3.1. La cultura y la fe deben lograr
una verdadera integración. La fe, separada de la cultura, no tiene
vida, la cultura sin fe pierde la trascendencia.
La inculturación del Evangelio
y la evangelización de la cultura deben ser preocupación
de primer orden para que nuestros esfuerzos no sean en vano.
2.3.2. Estos hombres y mujeres, cultos
y cristianos, deben ser agentes de cambio en la sociedad.
El colegio debe forman líderes,
que actúen con una visión evangélica del hombre, de
la historia y del mundo, y que sean capaces de producir cambios positivos
en la convivencia de los hombres.
2.3.3. La educación debe darse con
buenos fundamentos del Evangelio y de la Doctrina social de la Iglesia,
pero también con un conocimiento amplio de nuestro mundo, de
sus temores y esperanzas, de sus miserias y logros. La educación
debe ser actual y proyectarse hacia el futuro.
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Nuestros colegios quieren ser misioneros.
Por lo tanto, están abiertos a personas que no comparten nuestra
fe, siempre que se encuentren en ellos respeto por nuestros ideales educativos,
abertura para revisar y profundizar su propio proyecto de vida y cooperación
en todo lo que se requiere para la educación de los hijos. Nuestros
colegios sólo pueden ser misioneros, si tienen una identidad fuerte
y clara.
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2.5. Por todo lo anterior, se puede entender
que también la educación en la fe debe tener características
especiales.
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En el seguimiento de Jesús deben destacarse
aquellos momentos de su vida y los aspectos personales que permitan comprender
su corazón, sus sentimientos y su vida interior.
El compromiso con Jesús surge
de una relación de amigos, donde los afectos y la fidelidad desempeñan
un rol preponderante.
La Eucaristía es el momento de encuentro
entre amigos, entre el maestro y el discípulo.
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Descubrir a Dios mediante Jesús significa
entender que la voluntad de Dios, en ningún momento, es una
opresión de la propia libertad, sino expresión de un amor
santo. Hacer la voluntad de Dios es responder a ese amor y el abandono
a sus decisiones es confiar en su amor sabio.
La evangelización debe mostrar
a un Dios cercano a los hombres, como un Padre, lleno de comprensión,
misericordia y perdón.
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La educación en la fe debe ser actual,
relacionada con la vida, la cultura y la sociedad. No habrá
líderes cristianos sin esta formación. No habrá agentes
de cambio sin entender la realidad.
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En esta preparación a vivir en el mundo
debe crearse la convicción que "el amor es más fuerte". La
seguridad que la justicia y la solidaridad pueden producir todos los cambios
necesarios para que el hombre sea respetado y estimado en su verdadero
valor, los cuidará de toda tentación extremista.
Nuestra Congregación, nuestros
colegios, nuestros alumnos, ante todo, deben ser profetas del amor.
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Santiago de Chile, Marzo 1989.
Leonardo van Marrewijk Arkesteyn