QUINTA ASAMBLEA LATINOAMERICANA
DE JUSTICIA Y PAZ

BUENOS AIRES, ARGENTINA

30 enero - 1 febrero 2000

CARTA CONCLUSIVA Y PROPUESTAS.

Quienes participamos en la "Quinta Asamblea Lationamericana de Justicia y Paz" - todas las provincias y regiones de América Latina con la participación de Canadá Francés e Inglés, Estados Unidos, Mozambique y Curia General-, celebrada en el Teologado de la Provincia de Argentina, los días 29 de enero al 1 de febrero de 2000, año jubilar, presentamos el siguiente mensaje junto con las propuestas aprobadas y recogidas del trabajo y discusión tenido durante estos días.

Después de la evaluación de cada una de nuestras comisiones locales, en la que presentamos nuestro trabajo, organización, papel que jugamos dentro de la Provincia o Región y tras analizar cómo fortalecer las comisiones para lograr una mayor participación por parte de cada uno de los hermanos de las Provincias y Regiones, reflexionamos acerca del Reino de Dios, sus valores y a qué nos compromete la opción por este Reino. En un segundo momento, y después de un análisis crítico de la economía neoliberal, estudiamos qué actitudes asumir desde la Vida Religiosa, y en particular desde la vida dehoniana.

Desde el estudio realizado, constatamos -en comunión con Juan Pablo II- que este sistema económico, ya globalizado, "ha producido un creciente malestar que sienten en nuestros días muchos estudiosos y agentes económicos ante los problemas que surgen desde la vertiente de la pobreza, la paz, la ecología y el futuro de los jóvenes, cuando reflexionan sobre el papel del mercado, sobre la omnipresente dimensión monetario-financiera, la separación entre lo económico y lo social y otros asuntos similares de la actividad económica". Además de esta verdad, hay una creciente y persistente desigualdad entre países ricos y pobres; al igual que al interior de los países, cada vez existen mayores grados de diferencia y exclusión entre la población. A todo ello se añade la escandalosa verdad que afirma Juan Pablo II: "los problemas económicos de nuestro tiempo no dependen de recursos, sino del hecho de que a las actuales estructura económicas, sociales y culturales les cuenta hacerse cargo de las exigencias de un auténtico desarrollo". Y con el P. Dehon, "si las injusticias de nuestra sociedad no son pecado, entonces no existe el pecado".

No sólo el impacto negativo es económico, y éste recayendo sobre la población pobre y empobrecida; también la naturaleza está sufriendo sus consecuencias: el carácter individual de esta economía no piensa en los recursos no renovables que ofrece la naturaleza, sino que sólo cuantifica los beneficios a corto plazo, sin preocuparse por las consecuencias que a largo plazo produce esta explotación irracional.

Esta verdad, imposible de ocultar y observable por todos nosotros, puede arrastrarnos hacia una sensación de impotencia. Pero como Congregación y como Iglesia, debemos caminar junto a nuestros pueblos, buscando caminos, medios y actividades que nos ayuden a acabar con la marginación, esto nos impulsa a pensar y presentar pistas que humanicen y sean una alternativa ante este sistema económico, a ejemplo del Padre Dehon que estuvo siempre abierto a los desafíos de su tiempo.

No pretendemos concluir con el trabajo que debe desarrollarse a lo largo de esta Conferencia General, no somos quiénes para hacerlo; nos limitamos a dar pistas, sugerencias y propuestas que, desde nuestra vida cristiana y dehoniana (con la dimensión social que caracteriza a una y enriquece a la otra), sí pueden ayudarnos y orientar nuestro trabajo en estos días.

1.  Desde la formación:

  1. Consideramos importante introducir en la formación inicial -en los casos en los que no se lleve acabo- la sensibilidad social; y a la vez, que la inquietud social sea tema de formación continua en todos los religiosos.
  2. Que desde todos los niveles se fomente y favorezca la movilidad de los expertos en el área social, especialmente en las regiones con idioma común, posibilitando la inquietud social y el "nosotros congregación".
  3. Que los gobiernos regionales y provinciales trabajen para que los todos los religiosos tomen conciencia de la necesidad de capacitarse para la acción social desde la justicia y la paz, sin olvidar que la acción social es esencial de nuestro carisma.
2.  Desde las finanzas y la acción solidaria
  1. Solicitamos al Gobierno General la creación de una ONG que se inspire en una antropología que ponga como centro a la persona humana, con una ética afianzada en los valores del Reino y con incidencia concreta y eficaz en la sociedad. Que su incidencia mundial parta de la globalización, respetando y promoviendo la cultura local. (El reconocimiento jurídico a nivel internacional nos ayudaría a recordar a los Estados y sus organizaciones gubernamentales la defensa y promoción de los derechos humanos, sin olvidar el principio de solidaridad que los países ricos deben ejercer hacia los países pobres, y ser ante aquellos voz de conciencia para que el principio de solidaridad sea efectivo).
  2. Que entre todas las provincias y regiones de la Congregación, se logre una mayor y efectiva solidaridad económica.
  3. Las Provincias más pudientes sean más solidarias con las Provincias más carentes.
  4. Las economías locales deben fundamentar sus inversiones desde los principios evangélicos, se debe dar prioridad al principio humanitario y no al de ganancia y lucro.
  5. Las comisiones de Justicia y Paz locales, deben realizar acciones enfocadas a lograr una humanización del sistema económico neoliberal basadas en una selección y adhesión a los movimientos e instituciones ya existentes (iglesia o fuera de ella) que trabajen en el ámbito de la justicia y la paz.
Que la Virgen de Luján, patrona de la tierra que nos acogió, nos ayude a crecer en sensibilidad social y que el Padre Dehon, trabajador social incansable, nos enseñe a leer los signos de los tiempos, ante los cuales, hoy, para poder tener una injerencia en la sociedad civil, es necesario organizarse como ONG, para que así, como ente organizado, se presiones a las organizaciones gubernamentales para que estas garanticen los derechos civiles, políticos, sociales, culturales y ambientales de todo ciudadano.

Asamblea SCJ Latinoamericana
de Justicia y Paz.