CATÁSTROFE NACIONAL 

Operación Rescate en el Edo. Vargas - Operation Rescue at Vargas State;

 
Avenida Principal del Edo. Vargas - Principal Avenue at Vargas State

     Centro de Damnificados en Caraca  - Sufferers Center at Caracas 

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Caracas 19 de diciembre de 1999

Amados hermanos, paz y bien en el Señor.

En este domingo IV de adviento el sol amanece sobre esta tierra desolada por un diluvio. El norte de Venezuela está sumergido en agua y gran parte de su infraestructura destruida. De catástrofe total se puede hablar de lo ocurrido en el Estado Vargas que se extiende a lo largo de 100 Km por el litoral central, pero es prácticamente todo el litoral caribeño de Venezuela desde Trinidad hasta Maracaibo donde una inusitada "gota fría" inamovible durante 15 días ha originado lluvias abundantes e ininterrumpidas que el día 15 en la noche llegaron a su apogeo. Más de 300 litros metro cuadrado llovieron sobre la Guaira.

Es de suponer que en las alturas y faldas de la formidable cordillera del "Ávila" (2.700 m.) lloviera mucho más. Sobre el litoral norte se desplomó prácticamente la montaña y tapió ingentes cantidades de casas, caseríos haciendas, destrozó la única carretera que lo comunica a lo largo de la costa y deshizo poblados enteros.

Era la zona "más rica del país" donde el turismo era floreciente y se había construido una buena infraestructura turística atraída por la belleza paisajística, la tranquilidad y calidez de sus aguas y por la cercanía del gran Caracas. Miles de personas quedaron sepultadas y decenas de miles aisladas e incomunicadas. El Estado Vargas, destruido. Sus moles de cemento levantadas como apartamentos y balnearios son testigos mudos de algo que fue orgullo y esperanza pero que ahora es nada.

Caracas, que se denomina "la sultana del Ávila" porque a sus pies anida, también recibió la andanada del diluvio. Sus quebradas crecieron abrumadoramente y sepultaron a todos aquellos que habían osado construir sus casas en sus cauces. También centenares de muertos tapiados y miles de personas sin hogar.
El drama se repite en Falcón, Barlovento, Yaracuy, etc.

Difícil cuantificar las pérdidas humanas y económicas.  Los números se quedan cortos. 300.000 damnificados. Viviendas destruidas 100.000. Desaparecidos en estos momentos miles. Muertos, el alcalde de La Guaira se atreve a decir que solo en el litoral central 25.000. De momento son incuantificables. Hay zonas que se declararán cementerio porque es imposible excavar y desenterrar.

Es toda una nación a reconstruir. Nación herida en la zona más próspera económicamente. Decenas de miles de millones de dólares en pérdidas y lo que es peor destruida la infraestructura generativa de empleo y riqueza. Se tardarán años, posiblemente décadas en reconquistar lo perdido.
Es un momento de dolor en el que agradecemos su preocupación y solidaridad. Necesitaremos ayudas económicas para poder paliar algo esta ruina.

Nosotros los religiosos SCJ (incluidos todos los de la Región) no hemos sufrido daños materiales. Nuestro barrio de Caracas, uno de los más pobres, está al otro lado del río Guaire que nos separa del "Ávila". Las lluvias han sido copiosas (medidas en nuestra terraza 150 litros metro cuadrado y confirmadas por la oficialidad) pero los ranchos han resistido y no ha habido ninguna inundación. Si las lluvias continuaran podrían resultar afectados, pero parece que hemos entrado en calma.

Estamos en la retaguardia y hacemos de centro de acopio y nuestras gentes están de servicio en el voluntariado para acoger a los damnificados en los centros oficiales. Uno muy cerca de casa donde hay 2000 damnificados. Estamos dispuestos a acoger a alguno en nuestras casas si fuera necesario y por tiempos indefinidos. Son muchos los "niños Jesús" con Marías y Josés que necesitan posada. No tienen donde reclinar su cabeza. Esa es nuestra fe en el Dios que se encarna y se hace hermano de todos; es más se identifica con los necesitados, con los que tienen hambre y sed.

Estamos viviendo en carne propia la realidad del éxodo. Muchos establos vivientes y gente que se encuentra que no tienen donde reclinar su cabeza. Lo han perdido todo, hasta la identidad. Al presentarse no pueden respaldar su existencia con ningún título.

Nuestra Navidad se parecerá más a la Pascua. Desde el Dios encarnado intentaremos vivir en solidaridad con aquellos que han experimentado un "fin de mundo" en sus carnes y quisiéramos anunciar que la cruz lleva a la resurrección.

Con Jesús y como Jesús queremos enfrentarnos al mal en todas sus formas, pero a la vez afirmar que el mal no es la última palabra; que solo Dios es última palabra y esa palabra es VIDA para siempre. La muerte ha sido vencida en su propio terreno. Hay que seguir fiándose de Dios aunque se nos nuble la vista y haya momentos en que no parece mostrarse o parece estar ausente.

Nos encomendamos a su oración.

P. Gonzalo Arnaiz

Superior Regional, Venezuela 


NATIONAL CATASTROPHE


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Caracas December 19th 1999

Dear brothers, peace and blessing in the Lord.

On this the Fourth Sunday of Advent the sun appears on this land desolated by our great flood.
Venezuela's north is under water and a large part of its substructure lies in ruins. We can speak about total catastrophe in the State of Vargas, extending a full 100 km. along the central coast, but it's practically all the Caribbean coast of Venezuela from Trinidad Island to Maracaibo (the capital of Zulia), where an unusual low pressure zone remained for 15 days that produced constants rains which reached their peak on the night of December 15th. More than 300 liters per m2 (79 gallons per 1.2 sq. yards) of rain fell on the city of Guaira.

On massive Mount Ávila (2.700 m. high [8,850 ft.]), so much rain fell that on its north face almost the entire mountain came tumbling down destroying many houses, villages, farms, etc. It destroyed the one highway along the coast and destroyed entire towns as well.

This was the "richest zone in the country" where tourism was growing. Tourist came because of the beautiful landscape, the tranquil and warm beaches, and its proximity to Caracas. Thousands of peoples were buried, and thousands more were left isolated and without communications. The State of Vargas was completely destroyed. Its apartments and resorts are silent witnesses of something which, just a few days ago, was a cause for pride and hope but now is a void.

Caracas, called "Ávila's Sultan" because it nestles at its foothills, received the overflow. Its little rivers swelled smashing and burring all those who had dared to built their houses in their wake. Here, too, hundreds of persons were buried alive and thousands of peoples left homeless. The drama is replayed in the State of Falcon, Barlovento, Yaracuy, etc.

It's too difficult to estimate in numbers the human lives and economic loss. The numbers are only a guess: houses destroyed, 100,000; missing, in the thousands; dead, Guaira's mayor dared to say that on the central cost alone about 25,000. At the moment they're indefinable. There are areas that will become cemeteries because it's impossible to dig the bodies out.

It's an entire nation to rebuild! A nation wounded at its most prosperous economical zone. Tens of thousands of millions of dollars in losses and, the worst, is the destroyed substructure source of both employment and wealth. The replacement of the losses will take years, possibly decades. In our moment of great need we thank you for your solicitude and solidarity. We'll need economic assistance to be able to address all the destruction.

We, the SCJs (our entire region) didn't suffer any material damages. Our region of Caracas, one of the poorest, is on the other side of the Guaira River, it separates us from Mt. Avila. The rains were copious (measured on our terrace in 150 liters per m2 [39.6 gallons per 1.2 sq. yards] and confirmed by the official weather reports), but the houses of the poor people managed to resist and weren't inundated. If the rain continued they would no doubt affect us, but they seems to have subsided.

We're the rearguard and we function like a "gathering center" and our people are working in the volunteer service to receive the suffering people at the officials centers. One of the centers is close to our house, where there are at present 2000 being cared for. We will be able to receive some of them at ours houses if it becomes necessary. They're many like "the child Jesus with Mary and Joseph" who are in need of a hostel. They don't no where to lay their heads. That is our faith in the God who gets incarnated and makes himself a brother to all. He especially identifies with the needy -- those who are hungry and thirsty.

We're living in our own way the reality of the Exodus. Literally in numerous stables people are living who find themselves without a place to lay their heads. They've lost everything, even their identity. When they present themselves, they can't prove their own existence with any official documentation.

Our Christmas will be more like the Passover. From the God incarnate, we'll try to live in solidarity with those who have experience an "end of the world" and we hope to announce to them that the cross brings us to the Resurrection.

With Jesus, and like Jesus, we want to confront the bad in all its forms, but, at the same time, to affirm that the bad is not the last word; that God alone is the last word and His word is LIFE forever. Death has won at its own terrane. We have to be constant in our faith in God even though our view be obscured at the moment when God doesn't seem to show himself or He seems to be absent.

We commend ourselves to yours prayers

Fr. Gonzalo Arnaiz
Regional Superior, Venezuela 


Caracas,19.12.1999



Cari confratelli, pace e bene nel Signore!

In questa IV domenica di Avvento il sole spunta su questa terra flagellata da un diluvio. Il Nord del Venezuela è sommerso dalle acque; gran parte delle sue infrastrutture distrutte. Si può parlare di catastrofe totale per ciò che è successo nello Stato di Vargas; regione, che si estende lungo 100 km. per il litorale centrale. Praticamente però su tutto il litorale delle Caraibbi, da Trinidad fino a Maracaibo, si è riversato un inconsueto temporale per 15 giorni di pioggia continua, raggiungendo al suo apogeo il giorno 15. Più di 300 litri per metro quadro sono caduti nella Guaira.

Si può supporre che nelle montagne e falde della formidabile cordigliera di Avila (2700 m.) sia piovuto di più. Sul litorale Nord è piombata praticamente la montagna, seppellendo tante e tante case, borgate e tenute; ha distrutto l'unica strada che fa di collegamento lungo la costa e distrutti interi paesi. Era la zona "più ricca del paese" dove il turismo era fiorente e con una buona infrastruttura alberghiera; attirato dalla bellezza dei paesaggi, dalla tranquillità e dalle acque calde, e vicino al Gran Caracas.

Migliaia di persone sono rimaste sepolte, decine di migliaia sono isolate e senza comunicazioni. La regione dello Stato Vargas è distrutta. I grandi palazzi di cemento, costruiti come appartamenti balneari, sono i testimoni muti di quello che fu orgoglio e speranza e, adesso, il nulla.

Anche Caracas, chiamata "la sultana dell'Avila", poiché si estende ai piedi della montagna, ha subito la valanga del diluvio. I corsi d'acqua crebbero oltre misura, seppellendo quanti avevano osato costruire le loro case nell'alveo del fiume. E così centinaia di morti nascosti e migliaia di persone senza alloggio. Il dramma si è ripetuto a Falcon, Barlovento, Coro, Jaracuy, ecc…

E difficile calcolare le vittime umane ed economiche. I numeri restano al di sotto della realtà. 300.000 le persone che hanno subito danni; 100.000 alloggi distrutti. Sono migliaia i dispersi, a questo momento. Il sindaco della Guaira calcola che, solo nel litorale centrale, i morti siano 25.000. Per il momento non si possono dare cifre esatte. Ci sono zone da dichiarare "cimiteri", poiché è impossibile scavare e dissotterrare.

E' tutta una nazione intera da ricostruire; nazione ferita nella zona economicamente più prospera. Decine di migliaia di milioni di dollari persi e, peggio ancora, rovinate le sue infrastrutture, che generavano lavoro e ricchezza. Saranno necessari anni, possibilmente decade di anni, per riacquistare tutto quanto è stato perso.

E' un momento di dolore, in cui desideriamo ringraziarvi della vostra preoccupazione e solidarietà. Abbiamo bisogno di aiuti economici per riuscire in qualche modo ad alleviare questa vera rovina.

I nostri religiosi scj, e tutti quanti della Regione, non hanno sofferto danni materiali. Il nostro quartiere di Caracas, uno tra i più poveri, si trova dall'altra parte del fiume Guaire, che ci separa da Avila. Le piogge sono state abbondanti (nella nostra terrazza sono caduti 150 litri per metro quadro, confermati dai dati ufficiali), però i "ranchos" hanno resistito e non c'è stata nessuna inondazione. Se le piogge continueranno, potrebbero essere a rischio; però sembra di essere ormai nella calma. Siamo nella retroguardia e facciamo da centro di provvista; la nostra gente fa servizio di volontariato nei centri ufficiali d'accoglienza dei disastrati. Uno di questi centro è vicino la nostra casa, e accoglie 2000 persone. Noi siamo pronti ad accoglierne nelle nostre case, se ci fosse bisogno e per tempi indefiniti. Sono molti i "bambini Gesù, Maria e Giuseppe", che hanno bisogno di un alloggio anche loro; non hanno dove riposare la loro testa. Speriamo di saper rispondere e di essere all'altezza della nostra fede nel Dio che si incarna e si fa fratello di tutti; che si identificacon i bisognosi, con coloro che hanno fame e sete.

Stiamo vivendo nella nostra carne la realtà dell'esodo. Molte stalle viventi e gente che non sa dove poggiare la testa. Hanno perso tutto, perfino la loro identità. Nel presentarsi non possono garantire la loro esistenza ufficiale da nessun documento.

Il nostro Natale si assomiglierà di più alla Pasqua. Dal Dio incarnato cercheremo di vivere solidali con quelli che hanno sperimentato "la fine del mondo" nella loro carne, e vorremmo annunciare che la croce porta alla risurrezione.

Con Gesù e come Gesù vogliamo affrontare il male in tutte le sue espressioni, però anche affermare che il male non è l'ultima parola; solo Dio è l'ultima e definitiva parola, e questa parola è VITA per sempre. La morte è stata vinta sul suo proprio terreno. Bisogna continuare a fidarsi di Dio, anche se il nostro sguardo si annebbia e ci sono dei momenti nei quali Egli sembra non mostrarsi o stare nascosto.

Ci raccomandiamo alle vostre preghiere.

P. Gonzalo Arnàiz,
Superiore Regionale