One day not long ago, the Superior General of the Claretians was looking at the list of names in our SCJ General Administration. Seeing that there were eight different nationalities among the nine people listed, he asked me rather abruptly, "Tell me truthfully, do you really understand each other?"
Something similar happened also in a meeting of some 15 different Congregations. I was asked to speak about our presence in the Philippines. I explained the establishment of the international group of six different nationalities, their apostolic undertaking, and their community organization. Without glorifying anyone in particular, we need to recognize that our confreres in the Philippines have been able to successfully lay the foundation of a common undertaking and establish communion among themselves. At the end of my explanation, the Superior General of the Works of Don Orione and one of the General Councilors of the Conventual Franciscans exclaimed, "This is possible only among the Dehonians."
I don't know if that is true, but I do know that the experience of communion, the sharing and collaboration in an international undertaking is possible within the Congregation. It is not only possible, it is also a fact for which we have to give thanks to God.
If we are looking for the real reason for this success, I believe we can find it when we examine the lessons taught by today's biblical readings. Three elements need to be present:
1. Our basic concern must be the mission, that is, the building up of the Body of Christ and the proclamation of the Kingdom. Like Fr. Dehon, we are called to feel a passion for the Kingdom, and for the Church as a means to the Kingdom. We should have no other interests than those of the Kingdom.Today's readings, when taken in their context, abound in details about the form and methods of integrating these factors. I'll leave it up to you to further examine them in the light of what our Constitutions say in nn. 61-63 about "community at the service of the mission." In the light of this same message, we can and should understand the general plan, "We the Congregation at the service of the mission."2. We need to stress the common gifts, our common heredity that makes us a family, and shows to the world outside that we are united in the service of the mission.
3. We need to contribute our particular gifts, whether personal, provincial or regional, to the common effort. Particular gifts achieve their most effective results when contributed to the common effort, when they are subordinated to the Kingdom of God.
At the conclusion of this Assembly, I want to say the following to you:
•A common undertaking by you, the SCJs of North America, is possible.
You need only guarantee the effective and real centrality of the SCJ mission in the Church and in the world as the primary concern, and as the sole true common interest.
You need to accomplish this undertaking by basing it on the common SCJ heredity and by contributing the particular gifts of the US and Canadian Provinces and the French Canadian Region.
•The common undertaking is already a reality among you and has been underway for several years.
During these days of the Assembly it has been invigorated, because the mutual understanding and the union of hearts among you is greater now than before.
I, therefore, encourage you to continue along the same route in the spirit of "We the Congregation at the service of the Mission."
I believe this will entail the following commitments:
1) Constantly reconfirm your Dehonian identity and the awareness of belonging to the Congregation.2) Examine the signs of the times for North America, looking for the presence of the Kingdom in this reality and its needs.
3) Accept some of the greatest challenges of the world today.
4) Meet these challenges by contributing the particular gifts of the provinces and regions to the common effort to build up "the Reign of the Sacred Heart in souls and in society."
I give thanks to the Lord for what is happening in your midst. And I ask the Lord to give you a heart as big as His own and an open mind like that of Fr. Dehon, so that you have the strength, the patience, and the courage to reach the end of the journey you have begun.
Un día, no hace mucho tiempo atrás, el Superior General de los Claretianos estaba mirando la lista de nombres de nuestra Administración General SCJ. Ya que había ocho nacionalidades diferentes entre las nueve personas listadas, me preguntó bastante abruptamente, "dime la verdad, ¿Se entienden ustedes realmente?"
Algo similar también pasó en una reunión de unas 15 Congregaciones diferentes. Me pidieron que hablara sobre nuestra presencia en el Filipinas. Expliqué el establecimiento del grupo internacional de seis nacionalidades diferentes, su tarea apostólica, y la organización de la comunidad. Sin glorificar a alguien en particular, tenemos que reconocer que nuestros cohermanos en Filipinas han sido capaces substancialmente de poner una fundación mediante una tarea común y establecer comunión entre ellos. Al final de mi explicación, el Superior General de los Trabajos de Don Orione y uno de los Consejeros Generales de los franciscanos Conventuales exclamó, "Esto sólo es posible entre los Dehonianos."
No sé si eso es verdad, pero sé que la experiencia de comunión, el compartir y la colaboración en una tarea internacional es posible dentro del Congregación. No sólo es posible, sino que también es un hecho por el cual tenemos que dar gracias a Dios.
Si buscamos la razón real para este éxito, creo que podemos encontrarla cuando examinamos las lecciones enseñadas por las lecturas bíblicas de hoy. Tres elementos necesitan estar presentes:
1. Nuestra preocupación básica debe ser la misión, es decir, la construcción del Cuerpo de Cristo y la proclamación del Reino. Como el P. Dehon, estamos llamados a sentir una pasión por el Reino, y por la Iglesia como un medio del Reino. No deberíamos tener otros intereses que aquéllos del Reino.Las lecturas de hoy, tomadas en su contexto, abundan en detalles sobre la forma y métodos de integrar estos factores. Lo dejaré a ustedes para que los examínen a la luz de lo que dicen nuestras Constituciones en los nn. 61-63 sobre "la comunidad al servicio de la misión." A la luz de este mismo mensaje, podemos y debemos entender el plan general, "Nosotros Congregación al servicio de la misión."2. Necesitamos enfatizar los dones comunes, nuestra herencia común que nos hace una familia, con los cuales mostramos al mundo que estamos unidos en el servicio de la misión.
3. Necesitamos contribuir con nuestros dones particulares, ya sea personal, provincial o regional, al esfuerzo común. Los dones particulares logran resultados más eficaces cuando contribuyen al esfuerzo común, cuando están subordinados al Reino de Dios.
A la conclusión de esta Asamblea, quiero decirle lo siguiente:
•La tarea común de ustedes, SCJs de América del Norte, es posible.
Se necesita sólo la garantía de una eficaz y real centralidad de la misión SCJ en la Iglesia y en el mundo como preocupación primaria, y como base, el verdadero interés común.•The la tarea común es ya una realidad entre ustedes y ha ido pasando durante varios años.Se necesita lograr esta tarea basándola en la herencia de común SCJ y contribuyendo con los dones particulares de las Provincias americana y canadiense y la Región canadiense francesa.
Durante estos días de la Asamblea se ha vigorizado, porque la comprensión mutua y la unión de corazones entre ustedes son ahora mayores que antes.
Yo, por consiguiente, los animo a que continúen en la misma ruta en el espíritu de "Nosotros la Congregación al servicio de la Misión."
Creo que esto traerá consigo los compromisos siguientes:
1) Reconfirmar constantemente la identidad Dehoniana y el sentido de pertenencia a la Congregación.2) Examine los signos de los tiempos para América del Norte, buscando la presencia del Reino en esta realidad, y sus necesidades.
3) Aceptar algunos de los más grandes desafíos del mundo hoy.
4) Encontrar estos desafíos contribuyendo con los dones particulares de las provincias y regiones en el esfuerzo común de construir "el Reino del Sagrado Corazón en las almas y en la sociedad."
Doy gracias al Señor por lo que está pasando en su medio.
Y le pido al Señor que les dé un corazón tan grande
como el Suyo y una mente abierta como la del P. Dehon, para que tengan
la fuerza, la paciencia, y el valor para alcanzar el fin de la jornada
que han empezado.