Esta primera celebración del día litúrgico de nuestro Beato, no es una fiesta como otras. Hoy estamos implicados en una forma especial: entre nosotros están algunos de sus familiares de sangre (sobrinos); estamos sus cohermanos de Congregación y miembros de su Provincia; hay también personas que lo conocieron personalmente y que fueron testigos y beneficiarios de su apostolado. Hay personas de Puente la Reina y de sus alrededores que recogieron y conservaron su memoria en la espera de este día. Hay devotos y bienhechores de la Congregación que acuden a su intercesión. Están los jóvenes de este Seminario que nos recuerdan aquellos adolescentes por los cuales el P. Juan trabajaba y soñaba, cumpliendo la ardua labor que la Congregación le confiara.
En este contexto, con un profundo sentimiento de gozo y de agradecimiento al Señor, nos abrimos a la Palabra de Dios que acabamos de escuchar, y nos disponemos a profundizar el mensaje que nos viene de nuestro Beato.
1. La primera sensación que se tiene, al oír las lecturas de hoy, es que aquí se proclama la Victoria de alguien. Alguien humanamente débil, perseguido, sometido a tribulaciones y muerte, alguien aparentemente vencido.
Es una Victoria que revela el poder de Dios, su gracia transformante y su acción liberadora. Es la victoria de Cristo, y con Él la victoria de la humanidad, sobre el maligno (el "acusador"), y sobre todas las formas históricas de dolor, de mal y de muerte.
Es la victoria que se obtiene en virtud de la sangre del Cordero y de la efusión del Espíritu. Victoria también de quienes fueran sus testigos fieles, que no amaron tanto su vida que temieran la muerte; se gloriaron (creyeron) en su condición de hijos de Dios; se apoyaron en la esperanza que no defrauda; probados y constantes en la tribulación, perseveraron hasta el final; porque el amor de Dios había sido derramado en su corazón y el Espíritu Santo hablaba por ellos.
Es una victoria que suscita alegría, infunde paz y esperanza, y estimula nuestro agradecimiento al Señor.
2. Esta es una de las paradojas del Evangelio. Se presenta como una "Buena Noticia", un "Mensaje de Felicidad"; pero anuncia a su vez un tiempo de luchas y de persecuciones. Sus mensajeros serán discutidos y perseguidos: les espera la misma suerte del Maestro. Su vida será provocadora y estará sujeta a malas interpretaciones y tendrá que sufrir por el Reino.
Será, sin embargo, precisamente esta extraña situación la que permitirá que la Palabra del Señor llegue a todos, y sea testimoniada hasta ante los mismos persecutores, gobernadores y reyes. En tales circunstancias es el Espíritu Santo el que obra hablando en su nombre, y garantizando, en los peores momentos, la paz y el gozo de los perseguidos.
3. Todo esto lo vemos realizado en nuestro Beato, el p. Juan María de la Cruz. Su testimonio simple y valiente, que no ocultó nunca su identidad cristiana y su condición de religioso y sacerdote, hasta el último momento; su constancia en la oración, su preocupación por una vida espiritual sólida y profunda, su intimidad con Cristo, su búsqueda de la Voluntad de Dios, su celo apostólico, su dedicación al prójimo, su obediencia religiosa a toda prueba, su anhelo de dar la vida por Cristo, tuvieron como coronación el martirio, que es don de Dios y respuesta generosa a la acción de la gracia. Cuanto más penetramos en la vida del Beato Juan María de la Cruz, tanto más fuerte es la convicción que fue un ejemplo heroico de vida religiosa y espiritual, fraterna y apostólica, culminando con la gracia del martirio.
4. Nuestro Beato es también un ejemplo de dehonianidad y es un don de Dios para la Congregación. Llegó a nuestro Instituto ya formado, y con fama de santidad. Nuestro carisma y espiritualidad, y la forma concreta como se vivían en ese momento fundacional en España, fueron para el p. Juan María de la Cruz una respuesta a la búsqueda y discernimiento intensos de contemplación y de entrega apostólica que caracterizaron su vida.
No es casual, sino de Dios, que haya conocido nuestra Congregación en la Capilla de las religiosas Reparadoras, donde acudía a hacer su adoración. Los ideales de oblación, amor y reparación; la centralidad del amor de Dios expresado en el misterio del Corazón abierto de Jesús; la fuerte acentuación eucarística (Misa y Adoración); la tierna devoción a Maria; la obediencia y la disponibilidad total al Señor y a los hermanos; la sensibilidad social y la atención de los pobres; eran valores que el Beato Juan María de la Cruz ya trajo consigo y que hallaron, en la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, el espacio para crecer y desarrollarse hasta los grados del heroísmo.
Los apuntes espirituales que nos ha dejado, frutos de sus reflexiones y propósitos sobre todo en ocasión de sus retiros y ejercicios espirituales, denotan su fuerte arraigo en el espíritu de la Congregación. Llama la atención la claridad y la practicidad como tradujo concretamente el sentido de la reparación en relación a Dios, y en relación a la realidad humana de pecado personal y social. Fue su experiencia profunda del amor de Dios la que le permitió coger y vivir lo esencial de nuestro carisma de amor y de reparación.
5. Justamente por estos motivos, el Beato Juan María de la Cruz es para toda la Congregación un verdadero "don" del Corazón de Jesús. Es nuestro primer Beato, precediendo en esto al mismo Fundador; además de ser nuestro primer mártir. Primero, en una página gloriosa de la historia de la Congregación durante el siglo pasado, en una larga lista de dehonianos mártires. Pero es un don sobre todo para la Provincia HI que lo tiene en los cimientos mismo de su fundación. Lo es para esta casa de Puente la Reina donde en gozosa obediencia sirvió como "Ángel Tutelar", al que se le encomendaron la promoción vocacional y la postulación entre los bienhechores.
6. El "don de santidad" es un llamado que Dios hace a todos los cristianos desde el momento de su incorporación a Cristo y al Pueblo de Dios, por el bautismo. De aquí que la Iglesia nos hable del llamado universal a la santidad (cf. LG 40), que se plasma en un compromiso de vida cristiana que ha de orientar la existencia de todo creyente. Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación (cf. 1 Tes. 4,3).
"Todos los cristianos, de cualquier clase o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor" (Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 30).
En este sentido nuestro Beato es un don para toda la Iglesia. Y la Iglesia lo ha reconocido como tal al declararlo "bienaventurado", poniéndolo como ejemplo e intercesor para sus familiares de sangre, para la Congregación religiosa (SCJ), para toda la Familia Dehoniana y para las Iglesias Particulares donde él vivió y actuó, y donde hoy son notos su conocimiento y su fama de santidad; en modo especial para la Parroquia de Puente la Reina y los pueblos vecinos y aldeas que visitaba y en las que ejercía algún apostolado.
Este don es un doble compromiso para nosotros. Ante todo es una señal segura de que nuestra vocación dehoniana, con su particular carisma y espiritualidad, es un camino de santidad reconocido por la Iglesia. El Beato Juan María de la Cruz se ha vuelto para nosotros un ejemplo histórico a imitar, detrás del p. Dehon, en el seguimiento religioso de Cristo. Bajo este punto de vista es una señal para toda la Familia Dehoniana, sobre todo para nosotros los religiosos que hemos hecho profesión de seguir radicalmente a Cristo, realizando la perfección de la caridad a través de los consejos evangélicos, y a través nuestra "unión explícita... a la oblación reparadora de Cristo al Padre por los hombres" (Cst 6) en el amor.
Nuestro primer compromiso es un compromiso de adhesión a nuestra vocación a la santidad, como dehonianos. El hecho mismo que, en el reconocimiento oficial de la Iglesia, el Beato Juan María de la Cruz haya precedido al p. Dehon es una prueba más que nuestra Congregación, en su carisma y espiritualidad, es ante todo una "Obra de Dios".
7. Nuestro segundo compromiso es hacer que nuestro Beato sea cada vez más un don y patrimonio de la Iglesia Universal.
En ese sentido estamos llamados a hacerlo conocer, a promover su causa, a presentarlo como modelo de vida cristiana e intercesor de todo el Pueblo de Dios. A través de la oración, en el misterio de la comunión de los santos, debemos mantener viva su memoria y solicitar su intercesión, para que nuestra vida y nuestras cosas estén siempre orientadas por la voluntad de Dios, y por la pura intención de servir al Reino.
Un hecho que me hizo pensar fue que la noche del 11 de marzo p.p., y los días siguientes de su beatificación, de distintos partes de la Congregación (Italia, España, EEUU, Brasil, Inglaterra, India) algunos cohermanos me dijeran que la imagen del Beato Juan María de la Cruz, fue la única que recorrió por todas las redes de TV como símbolo de aquella masiva beatificación celebrada en la Plaza San Pedro. Era algo que nadie se propuso ni se esperaba. Entonces comencé a preguntarme: ¿No será un signo que a este humilde religioso reparador Dios lo quiere, hoy, como ejemplo y estímulo de vida cristiana en todo el mundo?
Muchas veces las cosas de Dios acontecen solo donde hay hombres y mujeres disponibles para colaborar con Él, y para que esas cosas acontezcan.
8. Aquí quiero agradecer a la Provincia HI que creyó en esta causa, y que la condujo con fe y paciencia a pesar de los vientos en contra. Quiero agradecer a quienes más se dedicaron directamente a esta obra, al p. Antonio Aguilera Alamo, al P. Oliviero Girardi y a los muchos devotos y bienhechores que la sostuvieron. ¡Gracias a quienes hoy prosiguen ese mismo servicio! Desearía animarlos que continúen con un renovado entusiasmo y con la certeza de que, si es de Dios, su canonización será pronta.
Puente la Reina, que fue beneficiada durante la vida del Beato y que fue y es depositaria y custodia de sus reliquias, se convierta ahora en un Santuario, meta de peregrinación y de encuentro con Dios por la intercesión del beato.
9. Y que Él sea, para la Provincia y para toda la Congregación, el Patrono de las Vocaciones Dehonianas y de todo nuestro trabajo de promoción vocacional, y que sea también un particular Patrono de todos nuestros bienhechores. De este modo continuará ejerciendo desde la mansión que le ha dado el Señor en la gloria, la misma misión que tuvo en la Congregación durante su vida.
El aceptó esta misión con la disponibilidad característica de un hijo fiel del p. Dehon, pues estaba convencido que "Obedecer es amar".
No tengamos la menor duda de que ahora hará mucho más aún, y que suscitará en la Provincia hombres creativos, entusiastas y perseverantes como él para que trabajen a fin de que no falten obreros en la mies del Señor, ni falten hijos fieles del P. Dehon en la construcción de la Civilización del Amor.
Ci sono persone di Puente la Reina e dei suoi paraggi che raccolsero e conservarono la sua memoria in attesa di questo giorno. Vi sono devoti e benefattori della Congregazione che ricorrono alla sua intercessione. Vi sono i giovani di questo Seminario che ci ricordano quegli adolescenti per i quali il P. Juan lavorava e sognava, compiendo l'arduo lavoro che la Congregazione gli aveva affidato.
In questo contesto, con un profondo sentimento di gioia e di gratitudine al Signore, ci apriamo alla Parola di Dio che abbiamo appena ascoltato, e ci disponiamo ad approfondire il messaggio che ci viene del nostro Beato.
1. La prima sensazione che si prova, ascoltando le letture di oggi, è che qui si proclama la Vittoria di qualcuno. Qualcuno umanamente debole, perseguitato, sottomesso a tribolazioni e morte, qualcuno apparentemente vinto. È una Vittoria che rivela il potere di Dio, la sua grazia transformante ed la sua azione liberatrice. È la vittoria di Cristo, e con Lui la vittoria dell'umanità, sul maligno (l'"accusatore"), e su tutte le forme storiche di dolore, di male e di morte.
È la vittoria che si ottiene in virtù del sangue dell'Agnello e dell'effusione dello Spirito. Vittoria anche di coloro che furono i suoi testimoni fedeli che disprezzarono la vita fino a morire; si vantarono (credettero) della propria condizione di figli di Dio; si appoggiarono sulla speranza che non delude; provati e costanti nella tribolazione, perseverarono fino alla fine; perché l'amore di Dio era stato riversato nel loro cuore e lo Spirito Santo parlava in essi. È una vittoria che suscita gioia, infonde pace e rassicura, e stimola la nostra gratitudine al Signore.
2. Questo è uno dei paradossi del Vangelo. Si presenta come una "Buona Notizia", un "Messaggio di Felicità"; ma annuncia a sua volta un tempo di lotte e di persecuzioni. I suoi messaggeri sono stati disprezzati e perseguiti: li attendeva la stessa sorte del Maestro. La loro vita era provocatoria e si prestava a false interpretazioni. Essi hanno dovuto soffrire per il Regno.
Sarà, tuttavia, precisamente questa strana situazione quella che permetterà alla Parola del Signore di arrivare a tutti, e di essere annunciata agli stessi persecutori, ai governatori e ai re. In tali circostanze è lo Spirito Santo quello che opera, rende testimonianza e garantisce, anche nei momenti più cruciali, la pace ed la serenità di coloro che sono perseguitati.
3. Tutto questo lo vediamo realizzato nel nostro Beato, il p. Juan María de la Cruz. La sua testimonianza, semplice e coraggiosa, per cui non occultò mai la sua identità cristiana e la sua condizione di religioso e sacerdote, fino all'ultimo momento; la sua costanza nella preghiera, il suo impegno per una vita spirituale, solida e profonda, la sua intimità con Cristo, la sua ricerca della Volontà di Dio, il suo zelo apostolico, la sua consacrazione al prossimo, la sua obbedienza religiosa in ogni circostanza, il suo anelito di dare la vita per Cristo, ebbero come coronamento il martirio che è dono di Dio e risposta generosa all'azione della grazia.
Quanto più penetriamo nella vita del Beato Juan María della Croce, tanto più forte è la convinzione che fu un esempio eroico di vita religiosa e spirituale, fraterna ed apostolica, culminata con la grazia del martirio.
4. Il nostro Beato è anche un esempio di dehonianità ed è un dono di Dio per la Congregazione. Arrivò al nostro Istituto già formato, e con fama di santità.
Il nostro carisma e la nostra spiritualità, nella forma concreta come si vivevano in quel momento iniziale in Spagna, furono per il p. Juan María della Croce una risposta alla ricerca e al discernimento intensi di contemplazione e di impegno apostolico che caratterizzavano la sua vita.
Non è casuale, ma opera di Dio, che abbia conosciuto la nostra Congregazione nella Cappella delle religiose Riparatrici, dove accorreva a fare la sua adorazione. Gli ideali di oblazione, amore e riparazione; la centralità dell'amore di Dio, espresso nel mistero del Cuore aperto di Gesù; la forte accentuazione eucaristica (Messa ed Adorazione); la tenera devozione a Maria; l'obbedienza e la disponibilità totale al Signore ed ai fratelli; la sensibilità sociale e l'attenzione ai poveri; erano valori che il Beato Juan María della Croce portava già in sé e che trovarono, nella Congregazione dei Sacerdoti del Sacro Cuore di Gesù, lo spazio per crescere e svilupparsi fino ai gradi dall'eroismo.
Gli appunti spirituali che ci ha lasciato, frutti delle sue riflessioni e dei suoi propositi soprattutto in occasione dei suoi ritiri ed esercizi spirituali, denotano il suo forte inserimento nello spirito della Congregazione. Si nota la chiarezza e la concretezza con cui seppe tradurre il senso della riparazione in relazione a Dio, ed in relazione alla realtà umana di peccato, personale e sociale.
Fu la sua esperienza profonda dell'amore di Dio quella che gli permise di assumere e vivere l'elemento essenziale del nostro carisma di amore e di riparazione.
5. Giustamente per questi motivi, il Beato Juan María de la Cruz è per tutta la Congregazione un vero "Dono" del Cuore di Gesù. È il nostro primo Beato, precedendo in questo lo stesso Fondatore; oltre ad essere il nostro primo martire.
È il primo, in una pagina gloriosa della storia della Congregazione durante il secolo scorso, di una lunga lista di dehoniani martiri. Ma è soprattutto un dono per la Provincia HI che l'ha all'origine della sua fondazione. Lo è per questa casa di Puente la Reina dove in gioiosa obbedienza servì come "Angelo Tutelare", nella promozione vocazionale e nella questua tra i benefattori.
6. Il "dono di santità" è una chiamata che Dio fa a tutti i cristiani al momento della loro incorporazione a Cristo e al Popolo di Dio, con il battesimo. Per questo la Chiesa ci parla della chiamata universale alla santità (cfr. LG 40) che ci plasma per un impegno di vita cristiana che deve orientare l'esistenza di ogni credente. Questa è la volontà di Dio, la vostra santificazione (cfr. 1Tes 4,3).
"Tutti i fedeli, di qualsiasi stato o grado sono chiamati alla pienezza della vita cristiana ed alla perfezione della carità" (Giovanni Paolo II, Novo Millennio Ineunte , 30).
In questo senso il nostro Beato è un dono per tutta la Chiesa. E la Chiesa l'ha riconosciuto come tale dichiarandolo "felice", ponendolo come esempio ed intercessore per i suoi parenti, per la Congregazione religiosa (SCJ), per tutta la Famiglia Dehoniana e per le Chiese Particolari dove egli visse ed operò, e dove oggi è proclamata la sua fama di santità; in modo speciale per la Parrocchia di Puente la Reina ed i paesi vicini e villaggi che visitava e nei quali esercitava il suo apostolato.
Questo dono è un doppio impegno per noi. Innanzitutto è un segno sicuro che la nostra vocazione dehoniana, col suo particolare carisma e spiritualità, è una vera santità riconosciuta dalla Chiesa. Il Beato Juan María de la Cruz è diventato per noi un esempio storico da imitare, insieme al p. Dehon, nella sequela religiosa di Cristo. Da questo punto di vista è un segno per tutta la Famiglia Dehoniana, soprattutto per noi religiosi che abbiamo fatto professione di seguire radicalmente Cristo, realizzando la perfezione della carità attraverso i consigli evangelici, e la nostra "unione esplicita... all'oblazione riparatrice di Cristo al Padre per gli uomini" (Cst 6) nell'amore.
Nostro primo impegno è quello di una maggior adesione alla nostra vocazione alla santità, come dehoniani. Il fatto stesso che, nel riconoscimento ufficiale della Chiesa, il Beato Juan María de la Cruz abbia preceduto il p. Dehon è una prova maggiore che la nostra Congregazione, nel suo carisma e nella sua spiritualità, è innanzitutto un'"Opera di Dio."
7. Nostro secondo impegno è fare sì che il nostro Beato sia sempre più un dono e patrimonio della Chiesa Universale. In questo senso siamo chiamati a farlo conoscere, a promuovere la sua causa, a presentarlo come modello di vita cristiana ed intercessore di tutto il Popolo di Dio. Attraverso la preghiera, nel mistero della comunione dei santi, dobbiamo mantenere viva la sua memoria e sollecitare la sua intercessione, affinché la nostra vita e le nostre azioni siano sempre orientate alla volontà di Dio, e nella pura intenzione di servire al Regno.
Un fatto che mi ha fatto pensare è stato che la notte del 11 marzo u.s., ed i giorni dopo la sua beatificazione, da varie parti della Congregazione (Italia, Spagna, USA, Brasile, Inghilterra, India) alcuni confratelli mi hanno detto che l'immagine del Beato Juan María de la Cruz, è stata l'unica trasmessa da tutte le reti di TV come simbolo di quella massiccia beatificazione, celebrata nella Piazza San Pietro. È stata una cosa che nessuno si aspettava. Allora ho cominciato a domandarmi: Non sarà un segno che Dio vuole, oggi, questo umile religioso riparatore come esempio e stimolo di vita cristiana per tutto il mondo? Molte volte le opere di Dio avvengono solo dove ci sono uomini e donne disponibili a collaborare con Lui, perché tutto questo avvenga.
8. A questo punto intendo ringraziare la Provincia HI che ha creduto in questa causa, e che l'ha promossa con fede e pazienza nonostante i venti contrari. Voglio ringraziare quelli che maggiormente si sono dedicati direttamente a quest'opera, il p. Antonio Aguilera Alamo, il P. Oliviero Girardi e i molti devoti e benefattori che l'hanno sostenuta.
Grazie a quelli che oggi proseguono quello stesso servizio! Vorrei incoraggiarli a continuare con un rinnovato entusiasmo e con la certezza che, se è di Dio, la sua canonizzazione avverrà presto.
Puente la Reina che fu beneficata durante la vita del Beato e che fu e è depositaria e custodisce delle sue reliquie, si trasformi ora in un Santuario, meta di pellegrinaggi e di incontro con Dio per l'intercessione del beato.
9. Ci auguriamo che egli sia, per la Provincia e per tutta la Congregazione, il Patrono delle Vocazioni Dehoniane e di tutto il nostro lavoro di promozione vocazionale, e che sia anche un particolare Patrono di tutti i nostri benefattori. In questo modo continuerà ad esercitare, nel posto di gloria che gli ha assegnato il Signore, la stessa missione che ebbe nella Congregazione durante la sua vita.
Egli accettò quella missione con la disponibilità caratteristica di un figlio fedele del p. Dehon, perché era convinto che "Ubbidire è amare."
Non abbiamo il minimo dubbio che ora farà molto di più, e che susciterà nella Provincia uomini creativi, entusiasti e perseveranti come lui perché lavorino affinché non manchino operai nella messe del Signore, né manchino figli fedeli del P. Dehon nella costruzione della Civiltà dell'Amore.