Encarnándose, el Verbo de Dios
concentra todo su amor en un corazón de hombre.
El misterio de la Encarnación, por tanto,
es misterio del amor divino sensible y palpable.
[L. Dehon, VAM, medit. VI]
Pesebre, Rome 2001
La celebración del nacimiento del Salvador
despierte en todos nosotros la certeza del amor de Dios,
y convierta nuestra historia en iconos vivientes de este amor que nos
salva.
Les desean fraternalmente
P. Virginio D. Bressanelli, scj
Superior general
y miembros de la Curia General.